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MARTES DE CENIZA

"DE ACERO"

"DE ACERO"

Que el primer libro de una autora venda medio millón de ejemplares no es simplemente marketing, acierto o llegar en el momento oportuno.  Que también.  Ha de ser algo más cuando se traduce en trece países y próximamente será llevado al cine.  Debe tener un ritmo ágil, que te entren ganas de seguir la historia en cualquier intervalo de tu tiempo, en el autobús aunque te marees, y en esos minutos que se despistan antes de salir a trabajar o esperando a alguien.  Debe resultar creíble, que podamos poner cara a cualquiera de sus personajes, llevárnoslo a casa y que pase desapercibido en la cotidianidad del barrio, de la familia o entre los amigos, que pueda ser alguien a quien conocimos.  Debe guardar un secreto, aunque sea a voces, contener poesía en su justa medida, pese a no tener nada de poético ni pretenderlo, conducir el mensaje a su punto exacto, sorprender, nunca dejar indiferente, tocar resortes olvidados, cambiar los muebles de sitio para otorgarnos otra perspectiva de la sala, parecer nuevo, único, generar opinión, describir a los personajes como si pudiéramos tocarlos...

Todo eso y mucho más lo engloba Silvia Avallone (Biella, Italia, 1984) en "De acero", Editorial Alfaguara, 2010.  "La voluntad de creer en algo en lo que no puede creerse", con esta frase podría resumirse el argumento entero, ese que se desarrolla en unos suburbios italianos (que podrían ser los de cualquier país europeo), habitados por gente desahuciada, desesperada, reconstruída, rabiosamente triste, rabiosamente joven, cíclica y apasionada.  Una historia tan dura como real, con detalles, a mi parecer, escabrosos en exceso, pero posiblemente necesarios y eficaces en la trama.  Que una mujer de veintiocho años escriba una primera novela como esta me hace sospechar que tiene mucho de biografía más o menos novelada, mucho de vivir para contarlo a mi manera.  

Y es una manera impecable, sobre todo en lo descriptivo, en el marco de sonidos, luces y ambientes en el que transcurre la vida de esos personajes que al fin y al cabo sólo buscan algo de afecto para seguir tirando.  Algunos lo encuentran.  Otros lo confunden.  Hay quien ni se da cuenta de que lo tiene.

La define también como una buena novela el hecho de que los personajes secundarios estén a la altura de los principales con una autoridad indiscutible, llenos de matices, de luces y sombras, condicionados, invisibles y auténticos.

Una colmena de casas, un verano implacable, el tiempo que cambia las cosas de un dia para otro e inmoviliza las que debería cambiar, las rutinas que no se eligen, el trabajo en una fábrica de acero como máxima aspiración, la isla de Elba, el descubrir que los sueños se van acumulando en vertederos y pese a todo hay que seguir soñando...  y la relación de dos amigas adolescentes como eje vertebrador.

Sencilla en la manera de narrar Avallone coloca sobre la mesa y ante la retina un argumento de vidas entretejidas descarnado, categórico, que duele, pero que sobre todo, está vivo y tiene mucho que contar.

Difícil tarea la de mejorar su ópera prima... herramientas no le faltan.

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