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MARTES DE CENIZA

GLORIA

GLORIA

Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.

 

Es la autobiografía de una mujer dedicada a la literatura e injustamente tratada, tal y como expresó Cela: «la angélica y alta voz poética a la que los hombres y las circunstancias putearon inmisericordemente».

Gloria Fuertes (Madrid 1917-1998) fue mucho más que una poetisa de voz bronca y rima fácil e infantil, vestida con camisas grandes y corbatas desbocadas.  A los cinco años ya escribía y dibujaba sus propios cuentos, no quería asistir al Instituto de Educación Profesional de la Mujer, donde su madre la había matriculado, sino estudiar literatura y enlazar versos para contarnos a su manera la vida, y lo mejor de todo, cómo reirnos de ella.  Porque a Gloria saber escribir y su ironía la ayudaron a sobrevivir, a defender aquello en lo que creía y a no perder ilusión.

Se definió a sí misma como:autodidacta y poéticamente desescolarizada, estudió biblioteconomía e inglés a los cuarenta años, y a los quince ya tenía el boceto de su primer libro de poemas: "Isla ignorada".  Los que saben dicen que lo mejor del estilo de Gloria es el humor, y la forma de deconstruir la realidad, descubriendo la verdad de las cosas. Yo también lo creo.

No sé por qué tuvimos una imagen televisiva de Gloria que sirvió para acercar su literatura a todos los niños y niñas, pero que en un país de verbo y rima fáciles, lleno de arquetipos, no debió hacerle ningún bien, aunque también es cierto que esta fama mediática le llegó a la autora cuando ya había vivido lo suficiente como para que muchas cosas le resbalasen.

Lo mismo poesía que teatro (fundamentalmente "infantiles" aunque con las catalogaciones siempre he tenido mis serias dudas y no creo en una literatura circunscrita a franjas de edad), cuentos, artículos, guiones televisivos (los inolvidables "Un globos, dos globos, tres globos" o "La cometa blanca") la convirtieron en una escritora cercana, familiar, social, que nunca quiso guardar silencio.

Así lo muestra su epitafio:

Gloria Fuertes
Poeta de Guardia (1917-1998)
Ya creo que lo he dicho todo
Y que todo lo amé.  

Veinticinco centros educativos del país llevan su nombre, aunque sea mayor su reconocimiento y estudio fuera de nuestras fronteras (para variar...)

Permitidme que os deje como colofón mi poema favorito de Gloria Fuertes:

Yo ya apenas soy joven
tengo cincuenta años,
tengo cincuenta libros
tengo cien desengaños.
yo ya apenas soy joven,
pero, me estás mirando
y eso ya es suficiente
para seguir tirando

Y que os cuente una anécdota pequeñita.  Mi hijo tiene trece años, pero sigue llamando a los zapatos elegantes de caballero "Zapatos de Don Domingo", haciendo alusión a un personaje del Madrid Castizo (no olvidemos que Gloria era, hasta el final, de Lavapiés) que aparece en un librito de poemas de la autora de esos que releemos (para que duerman, para que coman, para que rían...) una y mil veces.

Yo sonrío inevitablemente cuando alguno de sus versos me devuelve a Gloria Fuertes, y musicalmente sus poemas llegan a mi memoria como un soniquete.

Lo que viene a ser pasar a la posteridad.

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