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MARTES DE CENIZA

NO HABRÁ DOS SIN TRES

NO HABRÁ DOS SIN TRES

A veces (me) pasa. Después de un periodo de frenesí lector, compaginando libro electrónico con papel, novela con ensayo, teatro y/o poesía... llega la calma, la sensación de empacho, la necesidad de un paréntesis esperando al deseo, esa llamada única e inexplicable que tan a tiempo me salva de casi todas mis miserias.

Cuando retomo el camino éste parece estar cubierto de arena. Cuesta avanzar.

Y hasta dan ganas de rendirse.

Pero las puertas cerradas no conducen a ninguna parte. Ni convencen.

Lo intenté primero con "La vida sumergida", de Pilar Adón (Madrid, 1971), por las críticas, porque Galaxia Gutenberg es una editorial de solvente calidad literaria (a mi entender) o quizás porque las dos nacimos el mismo año y de alguna manera indómita e insospechada eso siempre tira. Me sumergí con cuidado en sus últimos relatos, esos merecedores de las mejores críticas, como sus poemarios o sus novelas, se dicen de ella maravillas tales: "sus libros hablan por sí solos", "está en la plenitud de su talento".

Todo será cierto.  Todo.

Anque yo no haya sido capaz de comprenderlo, ni de entusiasmarme con una de sus pequeñas historias, perfectamente escritas, sutiles, misteriosas, entre el más allá y el presente inmediato pero siempre oscuro y sometido a constante amenaza.

Así son las cosas... se diría que me "molesta", sin ser exactamente eso, que no le falte una sola arruga a su indumentaria literaria, impecable el juego, la narración, los efectos... pero tanta asepsia me produce la sensación fria de lamer una lámina de cristal.

Decidí dejar los experimentos a un lado y probar el recetario acostumbrado, esa despensa que se abre siempre con la intención de encontrar la porción de chocolate que nos pide el cuerpo.

Elena Ferrante (Nápoles, 1943), que me regaló la Italia y las pasiones al estilo Sofía Loren o Anna Magnani en la saga de "La amiga estupenda", con todos esos componentes tan hipnóticos de los que ya escribí en este blog (niñez, familia, barrio...), me ofrecía en esta ocasión "Los días del abandono", ambientada en Turín, llevada al cine, la historia de una mujer a la que su marido abandona por otra mucho más joven.

El ritmo, el interés, la posible sorpresa aguantan tres páginas, cuatro a lo sumo.

Es una novela frenética, desquiciante, la protagonista entra en barrena (hasta le propina una paliza a su ex cuando se lo encuentra del brazo de la otra en la calle, mirando un escaparate) y se plantea la utilidad y el sentido de su vida, la de sus hijos y la de su perro, a los que maltrata porque ella no puede hacerse cargo ni de sí misma, a lo largo y ancho de casi toda la novela.

Innecesarios (para mí como lectora) algunos capítulos en los que intenta escupir todo el veneno del engaño a través del sexo, y por fragmentos una no sabe si lee a la Ferrante (o a quien sea, ya sabéis que es un pseudónimo y que ni siquiera se puede asegurar si se trata de un autor o de una autora) o a E.L.James en "Cincuenta sombras de Grey".

Procuro no quedarme con el sabor de boca de la pérdida de tiempo.

Las palabras siempre nos muestran otros mundos, aquellos en los que habitaríamos sin dudarlo y otros que procuraremos no pisar.

Este mundo está plagado de historias que nos están esperando.

Y nunca una mala racha duró lo suficiente. ¿O sí?

1 comentario

Nelyjim -

Para terminar con la mala racha hay que seguir probando. Pero tú eso ya te lo sabes...