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MARTES DE CENIZA

"PIEL DE LOBO"

"PIEL DE LOBO"

Lara Moreno (Sevilla, 1978), la Lara Moreno de "Por si se va la luz" (2013) irrumpe con esta su segunda novela dónde afianza su intensa madurez narrativa y su particular estilo, ese que extrae el corazón de las cosas y te lo pone en la mano, víscera caliente.

Dos hermanas tan distintas, una casa de verano en venta, un niño, Leo,  una separación, una forma de entender la relación de pareja, dejar o que te dejen, una madre que ha rehecho su vida lejos, todo lo que pesa, todo lo que pasa...  A decir verdad poco importa el argumento, la historia más o menos común. La clave está en la manera de contarlo, en la metodología narrativa.

Lara Moreno respira, corre, envenena, salta, huye, perfila a los personajes de tal manera que hay que amarlos y odiarlos a partes iguales, entrometiéndonos en el atrezzo perfecto, en la palabra precisa, en todas sus miserias que son las nuestras.

Lara Moreno es una escritora absolutamente capaz, culta, recreadora de inquietudes, intensa, leal a un hilo narrativo que no se dispersa ni divaga, abrupta en ocasiones, convulsa pero propia, intimista, un mundo y un espacio concretos, un estilo, un hábitat... Todas esas herramientas tan difíciles de conseguir que hacen de ella, tras dos novelas, varios relatos y dos poemarios, una auotra de identidad relevante.

Leyéndola me acordaba lejanamente de Belén Gopegui (y para que a mí alguien me recuerde a Belén Gopegui hace falta más que mucho), el tono de algunas frases, la forma, el sentido... escritoras que no se detienen, que abarcan el tiempo, se comprometen. Y no nos dejan indemnes.

"Recuerdo que pasaron muchos años. Que yo me fui de casa a estudiar fuera y ser independiente, y mi hermana se quedó. Recuerdo que todo había cambiado ya para entonces. Yo había librado mis luchas y ella al parecer se contenía dentro de las suyas. Ya no éramos niñas, yo era muy joven y ella una adolescente. Recuerdo su cuerpo frágil y decidido, la redonda carne de sus mejillas, todavía calientes al menor contacto. Habían pasado tantas cosas como tantas cosas pasan en las familias hasta transformarlas. Ya no convivíamos en el núcleo organizador, ya éramos distintos racimos separados, aún cargados de la misma leche".(pág. 253)

Sofía y Rita, dos mundos, una raíz, supervivencia al fin y al cabo, mirar a la otra sin amenaza, sin duelo, poder reconocerse.

Es una novela actual que no se parece a ninguna, sin tópicos, tendencias ni lugares comunes. Extraordinaria y vital.

No se puede dejar pasar.

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