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MARTES DE CENIZA

"ANTONIO MACHADO. LOS DÍAS AZULES"

"ANTONIO MACHADO. LOS DÍAS AZULES"

Me gusta recordar a Machado, evocar su figura y su obra es un acto de justicia social y cultural. Hacerlo de manera renovada, novedosa, supone que haya nuevas generaciones que apuesten por la memoria, que crean en la reparación. Y eso reconforta.

Que una muchacha (Cecilia Hill, Lleida, 1985) y un muchacho (Josep Salvia,  Mollerusa, 1981) se emocionen viajando, estudiando y creando esta novela gráfica que viene a reproducir impecablemente (con sumo respeto y buen gusto) lo que fueron los últimos días del poeta, su exilio, su mala suerte, la enfermedad, sus familiares y los personajes que le acogieron en Collioure, es un acto de generosidad y valentía a partes iguales, además de un lujo que se han permitido y por el que les envidio insanamente.

Diábolo ediciones acaba de publicar este libro que cuenta con colaboraciones cómo la de Verónica Sierra Blas, profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de Alcalá de Henares, Directora del Archivo de la Fundación Antonio Machado de Collioure, o la de Miguel Barrero, novelista, premiado en varias ocasiones, que cuenta cómo la historia de este último viaje de Machado "es una sincera y dolorosa elegía al fracaso de la que probablemente fue la mejor idea que tuvo nunca España de sí misma". Ellos, junto con la cronobiografía del poeta publicada al final del libro, las citas y apuntes históricos de interés y esa última carta que recibe Don Antonio el mismo día de su fallecimiento procedente de Cambridge, dónde le ofrecen trabajo, por fin, aunque demasiado tarde, redondean una historia cuidada con esmero y dedicación, profundamente conmovedora.

La misión pedagógica de este libro es informar sobre el tremendo atentado que sufrió la cultura durante la Guerra Civil. La barbarie del exilio. Informa con pulcritud. Es tan sumamente bueno que convence a quienes no hemos sido nunca especialmente aficionadas-os al cómic narrativo (llámese novela gráfica, ilustrada o vaya usted a saber...). Hasta huele bien. Se hace brevísimo. Y se palpa el dolor, la tristeza, la miseria, la solidaridad, los libros, las carreteras, las despedidas, el mar... todo es una pieza única, compacta. Una obra de arte, de las que te gusta apreciar cuando les concedes un lugar de honor en tu librería y tu mirada las busca al pasar.

Cuando el recuerdo perdura a pesar de las décadas transcurridas y del empeño de algunos en sepultar lo honesto será por algo.

Entre otras cosas porque vale la pena contarlo.

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