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MARTES DE CENIZA

"TODO LO QUE NO TE CONTÉ"

"TODO LO QUE NO TE CONTÉ"

Descubrí a Celeste Ng (Pittsburgh, Pensilvania, 1980) con "Pequeños fuegos por todas partes" (2017), y utilicé este blog para comentar esa segunda novela suya bien estructurada, sofocante (sociedad pequeña, roles definidos, secretos inconfesables...), un disparo directo a la conciencia de quienes no asumen las diferencias, incapaces de encontrar en ellas todos esos granos de arena que construyen fortaleza.

"Todo lo que no te conté" la precede, fue su primera novela, recibió premios y distinciones y también toca un tema que ella domina y hace predominar, la mezcla, el mestizaje, la diferencia, supongo que lo ha vivido desde niña, dado que sus padres se trasladaron desde Hong Kong a Estados Unidos y la mezcla asiática y norteamericana define a la familia Lee, protagonista de la novela que comento hoy.

La familia Lee tiene tres hijos, la mayor desaparece una noche y es encontrada días después ahogada en un lago próximo a la vivienda.

Hasta ahí y durante muchos fragmentos, la novela puede parecerse a cualquier otra estilo "¿Quién mató a Laura Palmer?" o a cualquiera de las películas de sobremesa de sábado facilmente olvidables.

Considerando que "Pequeños fuegos por todas partes" me gustó más y la considero mejor por la trama narrativa, la riqueza de personajes o lo compacta que resulta, en "Todo lo que no te conté" hay que separar la parte requemada para encontrar el pan blanco... hay que trabajarla despacio y rebuscar en lo pequeño, porque está ahí, ahí, delante de todos, una novela basada en el desconocimiento pleno que podemos tener respecto a las personas con las que convivimos.

Superior a la muerte de Lydia es descubrir que apenas la conocían.

Que excepto su hermano Nath, nadie sabe quién es o qué desea, ni ella misma.

Su madre se marchó de casa durante un tiempo y ella, una niña envuelta en el miedo de no volver a verla, prometió acceder a todo y no contrariarla si regresaba.  Y regresó.

Y la médico que no supo, que al final no pudo, ser su madre, debe serlo Lydia, la única hija deseada, con dos hermanos invisibles que sobreviven a una familia "modélica" con la única intención de pasar desapercibidos y dejar ese entorno a la mínima oportunidad.

Pero todo se tuerce. Pocas cosas tiran más que un destino al que no has sabido llevarle la contraria.

Lydia explota.

Todo explota.

Y está ahí, en la identidad de cada uno, en cómo se conocieron los progenitores, las barreras que debieron saltar, en el tipo de vida que quieren diseñar con precisión de relojero y cuyas costuras aprietan demasiado.

Algunas veces te estrangula el alma.

Duele un poco pensar que convivimos, nos puede ocurrir a cualquiera, con perfectos desconocidos que por no defraudarnos están hechos de humo, de nada.

Las apariencias, un condado pequeño, una universidad desapercibida, una madre que nunca quiso formar una familia tradicional, Hannah, la hija del retorno, que tiene antenas, una sensibilidad especial para ver, oir, y callar, que se enconde bajo las mesas, pequeña pero fuerte, sabia.

Nath, que acaricia la fuga deseada, estudiando, consiguiendo plaza en una universidad de prestigio, pero que no consigue sobreponerse a la muerte de su hermana y busca culpables en fantasmas.

Amores imposibles también y algunas piezas que encajan, al final algunas piezas deben encajar para seguir adelante.

Son los años 70. Es Ohio.

Y no, no es una gran novela, quizás ni siquiera buena, pero tiene un rastrillo que puede removerte el estómago, que lo sientes, puedes detectarlo.

El dolor es el mismo en todas partes.

El dolor insoportable de pensar que las cosas pudieron ser diferentes, pudimos cambiarlas y no lo hicimos, miramos para otro lado... Es interesante también como Celeste Ng cuenta cómo se vive con ello.

Recomendable, inquietante y poco conformista, eso sí lo tiene, eso es "Todo lo que no te conté"


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