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MARTES DE CENIZA

"DULCE INTRODUCCIÓN AL CAOS"

"DULCE INTRODUCCIÓN AL CAOS"

"Pero los cambios solo se perciben cuando la mutación ya se ha iniciado.  Crecer y avanzar es, en parte, adaptarse a la alteración, dejar atrás aquella vida ingenua, las etapas, los pisos compartidos y las vivencias colectivas." 

"Con los años, la euforia se aplacará y estar razonablemente triste se volverá habitual".

Descubrir a Marta Orriols Balaguer (Sabadell, 1975) ha sido una buena manera de terminar este año de lectura sobre lectura para escapar de una realidad en exceso irreal y aterradora. Si siempre la literatura me ha salvado la vida, este año más que nunca.  Me ha permitido además escribir dos pequeñas novelas: "Cómo esos viejos árboles" y "Nada quedará de lo que fuimos". Poco importantes, pero terapéuticas y que a mi gente, que es lo importante para quienes ya no vamos a vivir de lo que escribimos, ni de lejos, le han parecido decentes e incluso emotivas.

Bien está por otra parte querer contar las cosas de una detrminada manera y poder hacerlo, y ofrecerlo, como un pajarillo aleteando entre las manos antes de echar a volar.

Volviendo a la catalana, a quien comparan con Alice Munro (Canadá, 1931, Premio Nobel de Literatura en 2013) "Dulce introducción al caos" (Lumen, Octubre de 2020), es una historia cotidiana centrada en un presente continuo.  Ya para empezar ese método me parece fascinante, yo necesito trasponer el pasado, utilizarlo de manera transversal e imprescindible. No resulto moderna, no engancho con la actualidad ni con un tipo de público hiperrealista y pragmático. Pero es que yo no soy escritora profesional, y Marta Orriols sí.

Una pareja, guionista él, fotógrafa ella, Dani y Marta, que necesitan pocas cosas, que viven cómo por descuido, decidiendo estar juntos pero sin plantearse mucho más ni proyectarse en planes concretos. Hasta que deben tomar una decisión que los vuelve del revés, los vuelca, y afloran miedos, inseguridades, convencionalismos, futuro... esa pista de hielo tan incierta....

Las citas del principio de esta entrada procuran garantizar una calidad literaria sin discusión.  Es una novela bien escrita, bien dirigida, que roza la prosa lírica, que la domina, que maneja bien los tiempos y que, para mí gusto lector, sólo se tambalea en un final cortante y prematuro.  Aunque bien tendría que ver con mis ganas de seguir leyendo más, porque sorprende en fragmentos ricos, directos al corazón de las cosas que nos importan y que nos esperan aún sin sospecharlo, a la vuelta de cualquier esquina, con ojos de podenco abandonado.

La autora tiene otras novelas, una de ellas publicada en 2018 y reconocida como la mejor novela de ese año: "Aprender a hablar con las plantas", es decir, hay camino hecho para seguir explorándolo y conociéndola. Es buena porque refleja su prisma, su posición, la parte del mundo desde la que quiere enviar el mensaje dentro de la botella.  Es buena y valiente.

Cerramos un 2020 para la historia.

En el recuerdo siempre los que no pudieron despedirse, los que se vieron invadidos, aterrados y enfermos. Los que lucharon y perdieron porque no dependía de ellos y ellas.

Más que un virus hemos vivido una devastación social, reconstruir no será sencillo.

Pero somos empecinados.

Y queremos un mañana mejor.

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