Blogia
MARTES DE CENIZA

DECIDME CÓMO ES UN ÁRBOL

DECIDME CÓMO ES UN ÁRBOL

Fernando Macarro Castillo (Marcos Ana) nació en Alconada (Salamanca), en 1920, en el seno de una familia de jornaleros del campo.  Como preso político peregrinó por distintas cárceles durante veintitres ininterrumpidos años, acusado de adhesión a la rebelión fue condenado dos veces a pena de muerte, teniendo el "honor" de ser el preso que más tiempo estuvo en las cárceles franquistas por motivos políticos.  Pisa la calle en 1961, después del cautiverio el exilio, que lo llevó a recorrer el mundo presentando su alegato en favor de la libertad y contra las prácticas fascistas en parlamentos, universidades y foros populares.

José Saramago firma el prólogo de "Decidme cómo es un árbol" asegurando que este libro es una lección de humanidad, un soplo de aire fresco que llega para derrotar al cinismo, a la indiferencia y a la cobardía.  Nada más cierto.  La fuerza de Marcos Ana (pseudónimo adquirido de la unión de los nombres propios de su padre y de su madre) no tiene raíces en el odio, ni siquiera en la rabia, su fuerza es el sentido común, su concepto global de solidaridad y justicia, su fe en un mañana mejor, vivo, luminoso, que le acompañaron a lo largo de tantos años y tanto horror.

"Decidme como es un árbol" no es una tragedia, ni el relato de una agonía, sino la crónica real de un tiempo que nunca debería haber sucedido, no de esa manera.  El libro tiene múltiples dedicatorias: "A las nuevas generaciones en cuyos surcos hemos sembrado nuestra historia", "A mis camaradas de cautiverio y a todos los hombres y mujeres del mundo que lucharon y siguen luchando por la libertad"... y deja entrever siempre que la vida sin compromiso social pierde sentido.  Las palabras de este poeta de noventa años no son caducas, componen un espejo al que asomarse, una forma de entender el presente, impulsado por los resortes de un pasado que otros trabajaron para tratar de dignificarnos a todos.

"Estoy orgulloso de mi vida, de los camaradas que me acompañaron en la lucha, de las nobles ideas que dieron sentido a mi existencia, y sigo pensando que vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo"

Así termina este libro, memoria de la prisión y de la vida,lleno de versos en cautiverio de un hombre, que, a pesar de todo el dolor y las injusticias sufridas, pidió y pedirá siempre, como Blas de Otero, la paz y la palabra.

0 comentarios