SOLA
Guillermo y Sheyla son amigos de Daniel, junto con otros chicos y chicas forman una pandilla en ese espacio del que disfrutamos, lo más parecido a un pueblo, llamado Stadium Miralbueno "El Olivar". Me recuerdan a "Verano azul", y a mí misma cuando jugaba en la calle. Las cosas han cambiado, pero las coordenadas o las reglas de un grupo de pequeños amigos siguen siendo las mismas: jugar por orden de preferencia a lo que nos gusta a todos, al pilla-pilla en el agua, con la pelota hinchable o las palas de ping-pong, merendar en tu sitio, en el mío o en el de Alicia, tomar un helado, hoy te invito yo, estrenar un balón como si nunca hubiésemos visto uno, sentarnos en los columpios aunque estén ardiendo, disfrutar del verano con intensidad extrema... VIVIR, con mayúsculas y en equipo, que no es poco.
El sábado 02 de Abril parecía verano. Nos lo creímos. Hacía mucho calor y la gente llenaba las mesas que hay junto a los fogones comiendo al aire libre. Los chicos y chicas ya lucían camisetas sin mangas y pantalones cortos, y había que darles protección solar, ya se sabe como pega este primer solazo ardiente... El caso es que la mamá de Sheyla y Guillermo, Esther, recibió una llamada sorprendente al principio, alarmante después. Su suegra, que padece principio de Alzheimer, había acudido a la peluquería y cuando su marido volvió a buscarla ya no estaba, decidió marcharse por su cuenta. Han pasado nueve días y todavía no se sabe nada de Francisca Navarro, que es como se llama la abuela de los amigos de Daniel. Creímos que se desorientaría durante unas horas y luego regresaría, pensamos que alguien llamaría diciendo que la habían encontrado, pensamos tantas cosas y tan deprisa... pero ninguna se produjo. No funcionó el deseo. La varita mágica de la imaginación.
Incluyo esta entrada en mi blog porque no quiero creer, ni puedo, que en medio de la vorágine ciudadana esta mujer haya desaparecido, no quiero, ni puedo pensar que ha pasado entre la gente que mira escaparates y habla por el móvil, y compra el pan, y empuja los carritos de sus bebés, resultando invisible. Parece que varias pistas la sitúan recorriendo un sector... pero luego todo queda en nada, y se me cierra el estómago de melancolía al imaginar que ha podido estar cerca y al mismo tiempo tan lejos... que cualquiera de nosotros podríamos haber llamado a la policía al descubrir a la legua el aspecto desastrado de una mujer perdida, desorientada, nada que ver con las personas sin techo hechas a la calle. Bastante daño hace el Alzheimer como para que la sociedad ponga la puntilla ¿no?.
Las esperanzas de encontrarla con vida se agotan, porque el tiempo sigue pasando igual, tren de alta velocidad que no mira los márgenes de la vía.
Se sucederán los veranos y los niños dejarán de serlo, por mucho que se empeñen en sujetar cometas. Para Guillermo y Sheyla algo ha cambiado para siempre en este traicionero mes de Abril.
La razón ya no tiene un único camino.
Crecer es intuir la amenaza.
Espero poder seguir creyendo en el género humano.
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