"LUZ DE MADRUGADA"
Podría vivir en un vértice
entre tu cuerpo y el mío,
detrás de los tejados
a los que nadie asoma,
acurrucada
como un gato callejero
que se niega a dejar de serlo.
Cuando el viento sopla
cada día parece distinto,
arrastra la arena
que ya no es de nadie,
rasga los vértices,
asusta a los gatos,
se viste de amenaza
o de riesgo inminente,
y entonces
sólo queda continuar.
A la espalda
los triunfos que no se lograron,
la lluvia en los soportales
de cualquier edad tardía,
los lunes tratando
de comenzar algo:
una dieta
un amor
una vida…
Continuar sin pausa
es sinónimo de rebeldía
y se parece al miedo.
Hay alturas,
acantilados,
ojos que dan tanto vértigo
como ser conscientes de la nada.
Eso que apenas queda de lo que fuimos
y de lo que seremos.
El futuro
regala manzanas envenenadas
a la entrada de los institutos
y al final de las ciudades.
Resulta complicado no morderlas,
no mirar hipnóticamente al mar…
acaso hay un rumor distinto
en la humedad diáfana
después de la lluvia,
una luz ámbar,
pequeña,
de recibidor…
Luz de madrugada
en algún lugar sin coordenadas,
encendida por alguien que nos reconoce,
porque al final sólo se trata de eso,
ni escaleras de caracol,
ni comunidades de vecinos,
ni grupos naturales.
Alguien que nos espere
y que prepare café,
sin mirar el reloj.
Y juntos podamos guardar silencio.
3 comentarios
Oscar Villanueva -
Sofía Mancebo -
Rubén L. -