ESPERT EN "LA LOBA"
Hace 26 años que conozco a Berta Munárriz.
Berta es un regalo de la naturaleza humana.
Un ser infrecuente, si existiesen más Bertas el mundo sería un lugar menos inhóspito.
Mi fortuna tiene rostros, lugares, nombres, palabras precisas.
Ella encarna todas esas cosas.
El 22 de Febrero tiró de mí hasta la fila 15 del patio de butacas del Teatro Principal, asientos 11 y 12. Había estreno, la nuestra es una ciudad de provincias y lo más granado paseaba sus visones y trajes por el pasillo central del gran teatro, me encogí un poco en el asiento por si la lana (con bolisas) de mi jersey no fuese lo más apropiado para el evento (esa eterna sensación de no concordancia...) y me dispuse a disfrutar rabiosamente de una oportunidad única: ver a Nuria Espert representando el papel de hermana mayor de una familia burguesa en "La Loba", obra de Lilian Hellman adaptada por Gerardo Vera y traducida por Ana Riera.
Difícil era, muy difícil, que los setenta y ocho años de la gran actriz catalana, sesenta y dos de ellos sobre un escenario, interpretando a Yerma, Doña Rosita, Medea, Virginia Woolf... no convencieran y fuesen ovacionados. Yo diría que ya de partida era prácticamente imposible.
La Doctora Honoris Causa de la Complutense salió a escena como las grandes damas, apenas perceptible, entre un importante número de actores y actrices a la altura de su acompañamiento (Hector Colomé, Carmen Conesa, Victor Valverde, Jeanine Mestre, el veterano actor Zaragozano Ricardo Joven...), el montaje, la escenografía y el buen hacer del Centro Dramático Nacional lo apostaron todo a una historia atemporal sobre lazos familiares y codicia, frustración, paso del tiempo, poder y corrupción, nada que nos suene extraño pese a estar ambientada históricamente en los Estados Unidos (colonialismo sureño) de finales del XIX.
Bette Davis llevó el mismo papel al cine en 1941 dirigida por Willian Wyler. La Espert no tiene nada que envidiarle. A nadie. Entiendo que con constancia y un trabajo progresivamente impecable ha construído el trono de las insustituibles, eligiendo muy bien las obras, los personajes y los momentos.
"La Loba" es teatro en estado puro, comprenderlo y amarlo. La vida no es ficción y la ficción no es sino pura vida.
Poder contemplarla supone todo un regalo.
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