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MARTES DE CENIZA

RETORNAR A LA PLAZA DEL DIAMANTE

RETORNAR A LA PLAZA DEL DIAMANTE

La vida de la escritora catalana Mercé Rodoreda (Barcelona 1908-Gerona1983), no tiene desperdicio (hay una entrada en este blog dedicada a ella). Fue adelantada a su época, se dedicó al oficio de escribir para tener independencia económica y escapar del calvario matrimonial, casada con dispensa papal incluída, tal y como obligaba el grado de consaguinidad al unirse a su tío materno, catorce años mayor que ella.  Educada en un entorno culto y liberal, Mercé necesita escribir hasta en el exilio más duro, pues sale de Cataluña pensando que sólo serán unos meses (su hijo quedó a cargo de su madre) y no regresa hasta 1972.  Pero de los pormenores de su existencia podemos informarnos en otro momento, están ahí para quien tenga curiosidad.

Es que he vuelto, una vez más a "La Plaza del Diamante" como vuelve uno a los lugares donde amó la vida.  Con todo el respeto del mundo, más cuando sabe que va a encontrar la belleza.

"La Plaza del Diamante" (1962) está considerada como la novela más importante de la literatura catalana de posguerra.  En 1982 fue llevada al cine, la protagonista principal, Natalia, (o La Colometa) tendrá desde entonces el rostro de Silvia Munt.

En esta novela, cuya autora manifestó haberla escrito "febrilmente, como si cada día de trabajo fuera el último de mi vida" se recrea con exactitud la Barcelona de entonces, el momento histórico y los modelos de convivencia. Hay que conocer de primera mano lo que se quiere contar y cómo contarlo, el giro de los tranvías, el pico de las palomas (un palomar es uno de los espacios fundamentales donde transcurre la novela, y en un palomar se encerraba, al comienzo de su trayectoria, Mercé para escribir), los patios de vecinas, las tiendas de ultramarinos... las descripciones son de esas que cierras los ojos y puedes reproducirlas fielmente, por los más pequeños detalles leídos.

Ya tenemos el decorado, la ambientación, una parte importante.

Definir los personajes va en la línea del impacto general de la obra, en consonancia, esos personajes, en ese entorno, con esa historia y ese alma... sólo pueden ser los personajes de Mercé Rodoreda, las mujeres de "La Plaza del Diamante", de "La Calle de las Camelias", o de "Aloma" son mujeres, que, al contrario que ella, se resignan, luchan, muerden la vida de frente, pero en muchas ocasiones obedecen, callan, aunque no por ello las trate mejor el destino.  Sus mujeres son grandes y son tristes. Con un murmullo de sombras atrapado en una caracola, tristes sin poder evitarlo.

A la Colometa la empuja la vida por dónde nunca hubiera querido, y ella, que al fin y al cabo solo quiere paz, una paz pequeña en una casa pequeña, alegre y con luz, debe enfrentarse al abandono, a la guerra y la posguerra sin querer, y sin saber cómo... sólo al final, en el final de los finales de la novela, parece haber comprendido...

El realismo melancólico y tierno de la narración es dominado de principio a fin con maestría y elegancia.  La magia, y la diferencia, se muestra en los gestos imperceptibles, en los detalles más nimios del monólogo.

A Colometa, y a Mercé Rodoreda, hay que acercarse al menos una vez en la vida. Una vez.

Para comprender y sentir.

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