"NADANDO A CASA"
Esta historia tiene dos polos, dos partes magistrales y breves, que la convierten en una novela-balancín: el principio y el final. Cómo muestra una frase del primer capítulo:"La vida solo merece la pena porque tenemos la esperanza de que irá a mejor y de que todos llegaremos a casa sanos y salvos".
Lo que queda en medio es un poco olla de grillos y/o camarote de los hermanos Marx, una historia de locura con un marcado carácter inglés, aderezado por personajes estrambóticos que pasan sus vacaciones en Niza.
"Nada más llegar con su familia a una casa en las colinas con vistas a Niza, Joe descubre el cuerpo de una chica en la piscina. Pero Kitty Finch está viva, sale del agua desnuda con las uñas pintadas de verde y se presenta como botánica... ¿Qué hace ahí? ¿Qué quiere de ellos? Y ¿por qué la esposa de Joe le permite quedarse?
Nadando a casa es un libro subversivo y trepidante, una mirada implacable sobre el insidioso efecto de la depresión en personas aparentemente estables y distinguidas. Con una estructura muy ajustada, la historia se desarrolla en una casa de veraneo a lo largo de una semana en la que un grupo de atractivos e imperfectos turistas en la Riviera son llevados al límite. Con un humor mordaz, la novela capta la atención del lector de inmediato, sobrellevando su lado tenebroso con ligereza".
Los extremos de la cuerda sujetan con acierto una narración en la que a veces cuesta centrarse, no divagar tanto como algunos de sus personajes, etéreos, ansiosos, desmedidos... resulta mordaz y frívola, desconcertante por momentos, pero todo encaja, todo encuentra su sitio y su ser, todo tiene un por qué.
Cada día de la semana (se estructura así la novela)es una vuelta del carrusel, una vuelta que parece no conducir a ninguna parte, que casi no cuenta nada, que puede resultar tan lenta como las tardes de verano en las que sucede la trama.
Pero todo está detrás de los paisajes, bajo la piel. Los extremos de la cuerda tensan el drama medido, tejido con esmero, y es mucho más lo que subyace que lo que nos cuentan. Al final una piensa "¿Cómo he podido no darme cuenta?", porque se trata de un final anunciado, pero absolutamente sorprendente, y esa es otra de las grandes bazas de esta novela editada por Siruela hace unos meses, la sorpresa, el impacto, que compensan con creces ese terreno medio de la novela, dónde los personajes se interrelacionan con el desapego de la confianza durante unas vacaciones de verano en las que parece que todo pasa y desaparece, sin más.
Cuidado con idolatrar.
Cuidado con los fanatismos.
Cuidado con el agua.
Son recomendaciones para leer "Nadando a casa", de Deborah Levy (Sudáfrica, 1959), una prolífica autora que nos sirve en bandeja de plata el tratamiento social de la enfermedad mental, esa gran desconocida, atrayente, perturbadora y siempre difícil, capaz de enmascararse bajo el caparazón de la tortuga para lograr su objetivo.
Una historia distinta contada de forma diferente, dos polos a través de los cuales merece la pena viajar.
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