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MARTES DE CENIZA

"El lado bueno de las cosas" (que lo hay)

"El lado bueno de las cosas" (que lo hay)

No tiendo a improvisar y quizás sea demasiado mayor para intentarlo. Afortunadamente otras personas lo hacen por mí, se presentan en mi vida un día de esos que parecen condenados a enrollarse en espiral, y saben, y no hace falta que digan, y me conducen hasta la orilla y por unas horas tratamos de elegir lo que nos satisface en común.

Aunque después todo vuelva a la condenada rutina esa improvisación siempre habrá merecido la pena.

El pasado sábado la jornada culminó en sesión de cine nocturna.

Es altamente arriesgado que yo me siente a oscuras frente a una pantalla pasadas las 22h, ese sueño caprichoso que siempre llega y se va demasiado pronto me echó un pulso, pero no ganó. No pasa nada, suele ser un triunfador.

Silver Linings Playbook, traducida en España como "El lado bueno de las cosas", comedia americana dirigida por David O. Rusell que ha obtenido el merecido Oscar de este año a la interpretación femenina de Jennifer Lawrence, es una película especial. Sencilla pero no fácil, ligera y alejada de la vanalidad, el guión refleja con respeto y elegancia el problema de las enfermedades mentales y la incomprensión de la sociedad respecto a quienes las padecen.

Pat (personaje interpretado por un inmenso Bradley Cooper a quien te llevarías a casa sin dudarlo) ha pasado unos meses internado en un sanatorio tras propinar una paliza al amante de su mujer, los sorprendió en acción mientras escuchaban la propia banda sonora de su boda. Se le diagnostica como bipolar y obsesivo, y sale del centro con la idea de reconquistar a su mujer.

Tiffany (sus primeros planos y su dolor traspasan la pantalla) es una viuda joven que no termina de superar la repentina desaparición de su marido y sus consecuencias, que no encuentra su lugar, que se ha quedado sin trabajo y está harta de ser juzgada.

Ambos se complementan y se necesitan, aunque no lo sepan.

Saben leer en la mirada del otro. Entienden su pena y su vacío.

El baile como tema transversal enriquece el argumento, resulta terapeútico y se convierte en un espacio conquistado.

Los personajes secundarios (Robert De Niro, Chris Tucker, Jackie Weaver...) son dignos de un nuevo argumento para cada uno de ellos, encajan a la perfección, aumentan la calidad y el mensaje de la película y nos demuestran que quien esté libre de pecado o se considere "normal"... va listo.

El libro en el que está inspirado el guión se titula "Un final Feliz", de Matthweu Quick. No viene mal de cuando en cuando encontrarse con uno de estos finales, no sin antes comprender que las cosas no pasan porque sí, empeñarse, como el protagonista, en hallar su lado bueno supone un ejercicio valiente y generoso, una cuestión de fe.

Esta película debería recomendarla la Organización Mundial de la Salud.

Y ahora, más que nunca, resulta indispensable la empatía, ponerse en la piel del otro... y avanzar.

1 comentario

Mibibliotecasevallenando@blogspot.com -

Totalmente de acuerdo. Yo sali del cine con una sensación positiva increible