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MARTES DE CENIZA

"CON UN PAR"

"CON UN PAR"

Alexia y Pompiliano lucían un buen par de narices.

Eran las suyas narices rotundas, categóricas e indiscutibles, de afilado perfil y olfato profesional, que se adelantaban a los acontecimientos y representaban de manera formal y elegante a sus representados.

Ambas narices habían coincidido en el autobús volviendo a casa después del trabajo.  Aquella noche todo parecía diseñado para la proximidad de sus pituitarias, porque se encontraron en medio de las narices mundanas, resfriadas unas, cansadas otras, en su mayoría cabizbajas y desapercibidas que poblaban el transporte público.

La nariz de Pompiliano tiraba de sí mismo como si se tratase de un sabueso pretendiendo localizar el HUESO, con mayúsculas, y la de Alexia llevaba todo el día brillando de manera especial, cual día de fiesta.  Como ya estaban  acostumbrados a la vida autónoma y a la identidad propia de sus narices, las dejaron hacer sin más, y fue así como abriéndose paso entre los intransigentes cuerpos una nariz consiguió asiento junto a la otra.

En la de Alexia todavía podían adivinarse ciertos restos del duelo provocado por el abandono de una nariz chata, tendente al ocultamiento, que la había acompañado durante el último año prometiéndole perfumes inalcanzables y románticas convivencias que nunca llegaron a producirse.  El resto de narices de la familia la habían puesto sobre aviso varias veces, pero el empecinado romanticismo y la fe sin límites en cambios milagrosos son características habituales de algunos órganos olfativos.

La nariz de Pompiliano, sin embargo, era una nariz  de difícil conquista, y no por falta de oportunidades, ya que se cotizaba bastante entre la flor y nata de las narices de su barrio, sino porque esperaba pacientemente turno para poder elegir sin duda alguna ni desperdicio de tiempo.

Cuando descubrió el perfil de la nariz de Alexia bañado de luz blanca en medio de aquel berenjenal de brazos, carpetas y bolsas de la compra supo que su oportunidad había llegado.  Así que se sentó junto a ella tratando de que reparase en cómo el destino las había emparejado sin remisión.

“Una nariz así es lo que yo busco” fue lo primero que pensó la nariz de Alexia, suspirando a un tiempo y dando por hecho que aquella nariz compañera de viaje estaría comprometida por los siglos de los siglos dada su estampa, su fineza y su hermosura.

Pero resultó que no, cuando llegó la parada en la que ella debía apearse, la nariz de Pompiliano se ofreció para acompañarla, y pese a sus reticencias sobre narices desconocidas le pareció que aquella no lo era y se dejó cortejar.

Poco a poco las narices fueron estrechando relaciones, compartían la crema hidratante cuando el frio pelaba y la protectora cuando el calor arrasaba, y ya se sabe que empezar a compartir es sinónimo de compromiso, así que decidieron elegirse entre todas las narices del mundo.

A pesar de que en algunas noches de luna llena cuando la nariz de Pompiliano la deja en casa necesita salir en busca de alguna nariz díscola que lo olisquee sin palabras ni previos tratados.  Mientras la nariz de Alexia proyecta su sombra sobre papel de cartas perfumado, escribiéndole versos a la nariz chata que la dejó por otra y a la que irremediablemente añora, porque ninguna otra nariz le ha abierto los poros como lo hacía aquella.

No son narices perfectas, pero se reconocen una a la sombra de la otra, y saben sólo con mirarse que nacieron para encontrarse.

 

3 comentarios

Lidia Perea -

Soberbio, original, divertido, entrañable, diferente al resto de los que has venido colgando pepro sin perder ese estilo tuyo de recrear atmósfera a partir de un gesto, o de una palabra concreta. Genial.

franck -

eres una crack, la mejor

Miguel Andoaín -

Precioso,divertido y bien escrito. Eres creativa y le das a varios registros... Enhorabuena.