"MAÑANA NO SERÁ LO QUE DIOS QUIERA"
Recomendar un libro sin haberlo leído es, cuando menos, una inconsciencia, por mucho que se trate de lo último de Luis García Montero y sea del dominio público que yo me declare cada dos por tres una de sus más fervientes admiradoras. Eso ocurrió a principios de verano.
Por otra parte y sin ánimo de resultar exagerada ni grandilocuente, ahora que ya he cerrado la contraportada, diré que es uno de los mejores libros que he leído. Partiendo de la base que tampoco es que me haya empapado de media Biblioteca Nacional, pero una es miope a fuerza de leer a escondidas en horas intempestivas, así que leer, algo he leído.
Esta biografía novelada del poeta Ángel González Muñiz (Oviedo, 09 de Septiembre de 1925, Madrid, 12 de Enero de 2008) es ante todo una cuestión de justicia, y un regalo. García Montero iba por la mitad del libro cuando falleció su amigo, ese que no dejaba pagar ni una copa en la cafetería de debajo de su casa, la Kon-tiki, considerándola una prolongación de su propio hogar. Lo terminó con la ausencia de los muertos de muerte imposible y la nostalgia de quien sabe que siempre echará de menos lo irrepetible.
Ángel González, niño mimado y tardío de una familia de maestros, queda huérfano de padre republicano antes de cumplir un año de vida, aprende de la guerra, crece con la guerra, a pesar de la guerra, es el mensajero que debe llevarle a su madre la noticia del fusilamiento de su hermano mayor, ve su casa convertida en una pensión donde se hospedan militares y su ciudad un despojo que ya no se parece a nada. Pero aún con todo, desde el silencio, desde la música, desde la carpeta azul donde se resumen varias vidas que conforman la suya, se va creando un poeta que sin darle la espalda a la memoria evoluciona y continúa siempre hacia delante.
Gracias a este libro de memorias, a este tú me cuentas lo que quieres contar y yo lo cuento desde mi manera de contar las cosas (una manera irisada, cristalina y poética), comprendo lo que somos, de qué estamos hechos, y como el azar cronológico del tiempo que nos toca vivir diseña nuestra identidad. Entiendo mejor algunos aspectos de la guerra, esos que se pueden entender, y por unos instantes me veo metida en los refugios, con los vecinos del barrio, con el grupo de amigos con los que leerá tantos libros de la librería Cervantes, y compartirá las cosas que los harán eternamente amigos (Véase "Para Parar las aguas del Olvido, 1982, Paco Ignacio Taibo, exiliado en Méjico, uno de los grandes amigos de Ángel González fallecido el mismo año que él). Y me acerco más y mejor a su poesía, y siento en las yemas de los dedos su honestidad y su tristeza.
Aunque yo no pueda ser jamás Luis García Montero, ni quererle tanto como le quisieron quienes hicieron de él un poeta único.
1 comentario
Blanca Cías -
Ya te contaré.