LÓPEZ VÁZQUEZ
Jose Luis López Vázquez y yo nacimos el mismo día, él cuarenta y nueve años antes.
Hoy quería escribir una entrada sobre "Cinco horas con Mario", Delibes y Lola Herrera, porque los asocio siempre con estas fechas desde que viera el monólogo teatral un uno de Noviembre de hace varios años, pero he puesto esa tele que hace temblar tu presente cotidiano con noticias que son como bofetadas secas y me he enterado del fallecimiento de López Vázquez, y Noviembre, si cabe, se ha tornado un poco más triste.
Este actor irrepetible comenzó como muchos otros, en el TEU (Teatro Español Universitario) en 1946; su estreno para la gran pantalla llegaría cinco años más tarde. El año en que se me ocurrió nacer López Vázquez estrenó once películas.
Inolvidable su actuación en "La Cabina", dirigido por Antonio Mercero y con guión de Garci sobre un cuento de Juan José Plans. La agonía de ese transeunte que no puede ser liberado del interior de una cabina telefónica y que finalmente es conducido por los operarios hacia un destino inexplicable y nada prometedor, aún me sacude, como le saudió en su momento a muchos españolitos que cuando entraban a llamar por teléfono sujetaban con el pie la puerta de las cabinas para que no terminaran de cerrarse.
En 1985 obtuvo la medalla de Oro de Bellas Artes, en 2002 el Nacional de Teatro y en 2005 un Goya honorífico por toda su trayectoria.
Me quedo igual con el Jose Luis López Váquez de "La Escopeta Nacional" (1978), que con el de "Lo verde empieza en los Pirineos" (1973) o el de "Todos a la cárcel" (1993). Por supuesto me quedo, sin dudarlo, con el de "Luna de Avellaneda" (2004). Porque se trataba de un actor integral, cómico, histriónico, dramático, entrañable, cuyo registro nunca terminabas de cifrar. Era permeable a los personajes y al paso del tiempo, con una capacidad de adaptación y un aprendizaje interpretativo fuera de lo común.
Es lo que les ocurre a los únicos. Su inmensidad supera cualquier guión por bueno que sea, transfiere la pantalla. El periódico "El País" dice hoy que sus películas ya son Patrimonio Nacional, pero qué miedo da que con las personas se vayan determinadas maneras de SER, y de hacer las cosas.
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