Voy a columpiarme de nuevo sin miedo a error. Lo siento por la desvergüenza que supone, y porque a mí me parecería poco serio que alguien me recomendase un libro sin haberlo leído, pero sólo lo he hecho y lo seguiré haciendo en el caso de García Montero (con "Mañana no será lo que Dios quiera", caballo ganador) y Belén Gopegui, porque no basta sólo con admirarlos, hay que leer su obra, la cronología de la misma, todos esos pasos en los que nunca, nunca hasta el momento, me han fallado. Más adelante, después de precipitarme sin remedio y una vez leído el libro, me autoconfirmaré, o si debo retractarme lo haré también volviendo a disculparme.
El caso es que Gopegui acaba de publicar con Anagrama: "Deseo de ser Punk":
"Algo le ocurrió a Martina el 4 de diciembre. Desde entonces busca la furia, la actitud o cualquier otra cosa que le permita no traicionar su código. Tiene dieciséis años y ningún lugar al que pertenecer, pero encuentra en el rock el principio de una historia mientras Alice Cooper la mira desde el tejado, cuando el punk es un estado de ánimo y herirse no significa dar la razón a los responsables de todo esto sino, al contrario, decir que existen quienes no temen perder algo para poder vivir... "
Esta escritora es para mí lo que David Copperfield en magia, de lo mejorcito, mejorcito que hay, siempre superándose a sí misma, sorprendiéndonos, sin sujetarse a patrones previsibles, desarrollando una narrativa original, certera, contundente y comprometida, desde "La Conquista del Aire" hasta "El Padre de Blancanieves", pasando por "La Escala de los Mapas", "Tocarnos la cara", o "El lado frío de la Almohada", ninguna de sus novelas es banal ni tiene desperdicio.
Belén Gopegui, Madrileña, del 63, licenciada en Derecho, no escribe acariciándonos el pelo. Nos presenta personajes en la frontera, todos tienen algo nuestro, algo de cualquiera, no son mejores ni peores, son supervivientes. Y cuando cierras la contraportada de sus vidas te sientes agitado por sus miserias. Porque la Literatura tiene la obligación de sacudir las conciencias, y ampliarlas.
Os dejo una de las preguntas que a raíz de la publicación de su último libro le hacían los internautas en un periódico digital:
¿Cómo define usted el oficio de escribir?
Me gustaría contestar algo del tipo: jugarse la piel o abismarse en los infiernos interiores y exteriores pero no, en realidad tampoco me gustaría contestarlo. En mi caso se ha ido convirtiendo en un intento de sujetar algunas palabas, de no dejar que quienes las traicionan, y a veces traicionamos, acaben con su utilidad y su significado. Hoy leía que un libro es, además de otras cosas, acoger a alguien que viene a visitarlo, ojalá a veces pueda hacer eso, edificar un espacio que otros puedan habitar, como ha escrito Roberto Enríquez, un espacio de todos, que es lo contrario del lugar común.
Aseguro que nunca es tarde para descubrir a Belén Gopegui, eso sí, nos preguntaremos dónde hemos estado metidos todo este tiempo, sin ella.
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