70 AÑOS DE "POETA EN NUEVA YORK"
Ciento doce años hubiese cumplido Federico García Lorca el pasado 05 de Junio.
Probablemente esta vida que tanto desmenuzó no le hubiera permitido tan largo viaje… o sí, hipótesis improbable dado que fue asesinado el 19 de Agosto de 1936 y enterrado en un lugar todavía desconocido, por una cuestión, según las últimas investigaciones, de caciquismos territoriales (y por republicano, y por homosexual, y por poeta… y porque sí).
El caso es, que este año se cumplen además setenta de la publicación de “Poeta en Nueva York”. El primer y único borrador de esta obra se lo entrega Lorca poco antes de su muerte a José Bergamín, que se lo lleva al exilio, primero a Francia y luego a México y realiza la primera edición de 1940, que aparece simultáneamente en México y Estados Unidos.
Durante casi toda la segunda mitad del siglo XX el original del libro permanece en paradero desconocido, hasta que logra ser adquirido por la Fundación Federico García Lorca en 2003.
El autor considera esta una de sus obras poéticas esenciales, cuidando de su elaboración, así como de sus ilustraciones, hasta el último detalle. La influencia del surrealismo, tan patente en “Poeta en Nueva York”, y la revolución del lenguaje que conlleva, dan un giro radical a la trayectoria poética de Lorca, que centra lo que quiere contar en esta obra en dos aspectos: la ciudad y el poeta. Ciudad como concepto abstracto, alienadora del ser humano, “símbolo del sufrimiento”, como él mismo la definió.
Lorca desembarcó en Nueva York el 25 de Junio de 1929 con una clara intención de desconectar y dejar atrás el desasosiego producido por la ruptura con el escultor Emilio Aladrén y el distanciamiento con Dalí, recién estrenado “Un perro andaluz”. Va a dar una serie de conferencias y se instala en la Residencia estudiantil Furnald Hall. La primera impresión que tiene de la ciudad es favorable y fantástica, participando de lleno en la vida social de la misma junto a otros intelectuales españoles que residían allí.
Unas semanas después visita Harlem (donde frecuentarían un club de Jazz) y recibe el impacto de comprobar cómo viven las minorías étnicas norteamericanas; se erige, una vez más, en portavoz de los oprimidos, reivindicando a través de sus poemas un mundo más coherente. Todo ello, unido al Crack del 29, impulsa al poeta a iniciar una obra cargada de dramatismo, denuncia y angustia existencial que busca la reacción emocional del lector, pretende no dejarlo reflexionando, sino comprometerlo con las pasiones. “Poeta en Nueva York” es una puesta en escena y a voz en grito del interior de Lorca, de su estado anímico, del deseo de amar y ser amado, del respeto a las libertades…
Yo sé el uso más secreto
que tiene un viejo alfiler oxidado
y sé del horror de unos ojos despiertos
sobre la superficie concreta del plato.
Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,
quiero mi libertad, mi amor humano
en el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.
¡Mi amor humano! (Fragmento de “Poema doble del Lago Eden")
Los treinta y cinco poemas de “Poeta en Nueva York” se organizan en diez secciones temáticas con dibujos del autor. Además del poemario, aquella ciudad le inspiró un guión de cine: “Viaje a la luna”, que habría sido de estilo surrealista. El 4 de Marzo de 1930 Lorca abandona Nueva York para pasar tres meses en Cuba, invitado para dar una serie de conferencias. La impresión que le produce La Habana, que la compara con una mezcla de Málaga y Cádiz, su cultura y sus gentes, son mucho más favorables y cercanas que las de la capital norteamericana. En una carta dirigida a sus padres señala: “Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”, frase que reprodujo el Correo de Cuba en un sello, junto a la imagen del poeta, con motivo del centenario de su nacimiento.
Lástima que volvió, que quiso volver porque jamás imaginó las dimensiones de nuestra Guerra Civil.
Setenta años después de que fuera publicado por primera vez, la Diputación de Granada ha recuperado el facsímil de “Poeta en Nueva York”, libro que nunca se había reeditado y del que hay contados ejemplares en todo el mundo. Al facsímil de la edición americana se le han sumado dieciséis páginas que incluyen nota editorial y prefacio de Antonio Muñoz Molina titulado: “El poeta perdido y encontrado en Nueva York”.
El tiempo demuestra que los versos no pueden ser fusilados.
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