LA CONQUISTA DEL AIRE
"Se había comportado como el ganador de un partido que además reclamara para sí la dignidad de la derrota. Lo quería todo, el poder y la tristeza", página 104, sobre la ruptura entre Santiago y Sol.
Tan subrayado tengo el libro que podría escribir una conversación, un fragmento, una frase ("Perder es ponerse al servicio del vencedor") de cada página.
Como ya escribí después de haber leído "Deseo de ser Punk" el último libro de Belén Gopegui (Madrid, 1963) y el penúltimo, "El padre de Blancanieves", a esta autora hay que leerla por una cuestión de principios básicos. Si creemos que hay que ponerse en el lugar del otro para comprenderlo, que la conciencia se vende al mejor postor porque sólo quiere vivir en paz, que no se debe mirar para otro lado sino militar en el presente, y además de todo eso perseguimos un argumento que nos salve de la rutina, de lo que nos suena a miles de historias parecidas, una novela que nos acompañará en el subconsciente porque es mucho más que palabras poéticas encadenadas, entonces hay que leerla.
"La conquista del aire" es su tercera novela, publicada en 1998 y llevada al cine dos años más tarde por Gerardo Herrero con el título "Las razones de mis amigos". Una novela que narra la historia de una amistad de esas que parecen inquebrantables, y de como la vida nos convierte en seres que no se parecen a los que imaginamos ser, y a los que fundamentalmente el dinero convierte en marionetas de un subconsciente que no los librará de su conciencia.
Este está siendo un verano de recuperar viejas lecturas, jugar a lo seguro, vaya, sin ganas de riesgos, por eso, la literatura magistral de Gopegui nos conduce frente a los espejos con innata elegancia devolviéndonos además el placer por la buena lectura.
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