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MARTES DE CENIZA

ÚLTIMO PRIMER DÍA DE ESCUELA

ÚLTIMO PRIMER DÍA DE ESCUELA

Hace ocho años, tal día como hoy, dentro de mi mano temblaba ligeramente una más pequeña. Caminábamos despacio en un viaje sin retorno, porque hay veredas que se emprenden para siempre, que significan un antes y un después.

Todavía hoy no tengo muy claro para qué sirve el colegio, y si es beneficioso o no, según que "tipo de tipo" seas... pero ese ya es otro cantar propio de mis complicaciones mentales que nunca han sido pocas.

Daniel llevaba puesta una bata de rayas azules con varias vueltas en las mangas, y lo miraba todo sin terminar de comprender.  La primera mañana sólo se quedó una hora en clase, y yo esperé a que transcurriese ese tiempo sentada en un banco a escasos metros de la puerta del colegio.  Luego salió con una chaqueta que se ataba con pompones y que era tan suya como la escasez verbal o el pelo rojo, osea nada.

Las primeras semanas fueron suaves, después, una vez asumida la realidad de que aquello iba para largo, se agarraba a los marcos de las puertas como si a diario soplase un huracán demoledor.

Varios años después, al acercarse el principio de curso solía decirnos: "No queda más remedio ¿no?" esperando ser extraditado a las islas Caimán.

Hoy es el último primer día de escuela, me ha costado convencerle para que me deje acompañarle.  Educar también es "empujar" suavemente fuera del nido, promover la autonomía, la independencia, y todas esas cosas tan necesarias y tan evolutivas que duelen tanto.  Ha escogido la ropa que va a llevar, los accesorios, los llaveros que cuelgan de su mochila... como trata de escoger la manera de enfrentarse a una vida que cada vez nos pide más, mejor y antes.

Se acaba la escuela como un ciclo más, esa escuela primaria donde se conoce a la cocinera como a alguien de casa, y las caras son las mismas, y por los pasos descubren qué profesor se acerca y con qué talante, y desde el primer rincón hasta el último todos se han explorado una y mil veces.

Lo siguiente ya será otra historia, una especie de liga profesional, de pez grande con el que habrá que negociar para no ser el pez más chico.

Otro ciclo en el que a las madres y padres nos tocará esperar resignados en casa, o al otro lado del hilo telefónico, mientras la pandilla, el grupo, se convierten en los únicos protagonistas posibles, el alma de la adolescencia.

Sin embargo hoy, cuando vea a los más pequeños suplicar con lagrimones en la cara, seguirá oprimiéndome la boca del estómago.

 

1 comentario

cadenadeochos.blogspot.com -

Daniel tiene la suerte de saber que tiene una madre que le va a insistir para que le acompañe el primer/último día de colegio sin la necesidad de que el pase por el trago de pedírselo y así poder ejercer su papel de "rebelde sin causa". Tiene la suerte de saber que el año que viene sus amigos podrán ser los protagonistas de su historia porque su madre estará al otro lado del teléfono o despierta esperándole.