"EL HOMBRE QUE ARREGLABA LAS BICICLETAS"
El testamento de un escritor de novela negra empuja a su viuda, a su hija y a una antigua novia irlandesa -a la que abandonó años atrás sin explicación alguna- a convivir un verano en su casa de la playa junto a un taller de bicicletas en la costa mediterránea. Hay novelas que no se pueden contar, ni tan solo describir, porque sería como explicar un beso antes de darlo.
Ya escribí hace poco tiempo sobre el hallazgo que supuso para mí toparme con Ángel Gil Cheza, el escritor de Castellón, antiguo batería de un grupo punk. Su extraordinaria novela negra "Pez en la hierba" (también su última publicación) acabó con todos mis prejuicios sobre el género. De ahí que quisiera seguir indagando sobre su prosa escultural, perfectamente construída.
Y recalé en "El hombre que arreglaba las bicicletas", cuya sinopsis abre esta entrada, su segunda novela, publicada en 2014, que en nada se parece a la última ni (sospecho) al resto. Porque rozar la genialidad literaria debe ser eso, que ningún entramado se parezca a otro más de lo que el autor pretenda, que la lluvia al caer no suene igual nunca. Eso me maravilla. Argumentos que subyugan, que pertenecen al dueño de las mismas pasiones y las mismas noches en blanco, pero que crecen, potentes, sin apoyarse los unos en los otros ni rozar paralelismos.
Nunca hubiese relacionado al creador de esta historia con el de "Pez en la hierba", grandes obras las dos, diametralmente opuestas, protagonizadas por personajes que portan sus miserias como pueden y en ellas se construyen. Gil Cheza en su segunda novela se mete en la piel de tres mujeres, tres universos, tres descripciones nítidas, identitarias, ellas... sólo ellas por ser como son pueden desenvolver esta historia, y convertirla en un encuentro obligado por el destino, sí, pero elegante y digno.
La narración se lee apresada en la telaraña, estás dentro, huele a mar, ves los colores del atardecer, el viejo taller de bicicletas, la casa costera con porche en medio de un entorno de especulación urbanística, sobreviviendo, escuchas a Noelia, esa forma de fumar, de taparse con la sábana o de escribir ante el ordenador, entiendes a las dos Endas más, cada vez más, como si fueran de la familia, y poco a poco la historia se despliega a todo color como un atlas.
La sororidad entre mujeres es una apuesta incondicional, un pacto básico dentro del entramado.
No podemos elegir las cosas que nos ocurren, pero sí nuestra forma de enfrentarnos a ellas... otra de las claves.
Cuidado con decidir, desde el amor y el respeto más absolutos, lo que consideramos que puede ser mejor para la otra persona, los errores incalculables pueden destruirle la vida.
Y más, se les puede sacar tanto partido a las buenas novelas...
Desde luego mi hallazgo de los últimos meses no defrauda, se va superando, Ángel Gil Cheza seguirá estando entre los mejores.
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