"QUÉDATE ESTE DÍA Y ESTA NOCHE CONMIGO"
...Por dónde empezar...
Quizás sirva el ejemplo, un fragmento, esta idea:
"Están, desde luego, los colectivos. Siempre aparecen, como hogueras, como respuestas, como archipiélagos. Rodean algo. Esto es lo más difícil de aceptar. Que en este momento de la historia tengan que rodear algo. Que no puedan, simplemente, ser. Que tengan que vivir empujados y a la contra. Hay colectivos cuyos miembros consiguen derribar los marcos y cruzar al otro lado juntos. Alivia saberlo."
El último libro de Belén Gopegui (Madrid, 1963) vuelve a la necesidad de los seres sociales, del calor de hogar, de una palabra que modifique el orden de las cosas, la paz impuesta.
Es complicado explicar cómo escribe esta autora, al menos complicado para mí, que me declaro fan incondicional suya desde que mi amigo Félix me regaló su primera novela: "La escala de los mapas" (1993), y me pasó con ella lo que todavía me pasa con las obras excepcionales de Gopegui, me veo inmersa en una espiral surrealista de la que temo no poder salir y cuando pienso que no entiendo nada, que ya no entiendo nada, surge la palabra precisa, la clave exacta para ver amanecer en sus novelas y creer lo que sigo creyendo desde el principio, que es una autora irrepetible, capaz de crear un universo literario que supone compromiso social y revolución.
Me sumo a la frase de María Unanue de Pikara Magazine: "Belén Gopegui es mi búnker". Cuándo todo se viene abajo, cuándo vienes leyendo más de lo mismo y necesitas algo que te remueva, que te haga reivindicar la literatura por encima de todas las cosas, publica Gopegui y todo vuelve a latir. Yo me siento así.
Cojo lápiz, una pequeña regla y asedio cada línea, podría subrayar el libro entero, anotaciones, conceptos nuevos o nombres nuevos para los conceptos de siempre: merecer, cambio de paradigma, profecía autocumplida, "el imperativo de NO resignarse", "la poesía es una exactitud inesperada"...
Sinopsis
Dos generaciones, dos vidas que no estaban llamadas a encontrarse ponen a Google contra las cuerdas.
Esta es la historia de Mateo y Olga, y es una solicitud de trabajo que tiene a Google por destinatario. Es también la confesión de quien ha de valorar la propuesta. A Mateo, interesado por los robots, le obsesiona averiguar si el mérito debe ser desterrado de las relaciones humanas. Olga, matemática y empresaria retirada, cree que los modelos estadísticos son narraciones y que la probabilidad es una forma más precisa de nombrar el acto de ser libre.
Podría ser una historia de amor en la medida en que el encuentro, el diálogo y el deseo de oír la voz del otro construyen un relato común. Y porque, como en las historias de amor, ese encuentro alberga el desencuentro de dos formas distintas de ser y estar en el mundo. Mateo tiene la vida por delante y se niega a aceptar que esa vida no se pueda escribir desde la libertad. Olga, bastante más allá del medio del camino, no teme relegar el yo al fondo de un cajón ni asociar su cuerpo a una sociedad de la mente. Les une la misma voluntad de entender el comportamiento de la realidad y de sentir qué sucede cuando una máquina se da cuenta de que es una máquina. Un Dante vehemente y una Beatriz a punto de partir recorren un espacio que es infierno y también paraíso.
Por si alguien necesita algo más concreto, aunque la fórmula es por inmersión.
La Gopegui de "El lado frio de la almohada" (2004) o "Deseo de ser punk" (2009) se va descentralizando, dejando un poco atrás la importancia del personaje y su entramado relacional pese a definirlo con exactitud en cuatro pinceladas. Quita paja, florituras (si es que alguna vez las hubo y/o fueron innecesarias) y acude al epicentro, el dolor concreto, la derrota cotidiana, para enseñarnos en el espejo lo que decimos ser y lo que somos.
No vale leerla por puro entretenimiento. No funciona.
Es un viaje ideológico, un de parte de quién estás porque no sirven el silencio ni la pasividad.
Cuándo quieres darte cuenta estás luchando.
"Los seres humanos tienen esa capacidad de convertir casi cualquier modo de vida en un diamante único, faroles apagados que en el parque, al encenderse, modifican el estado de ánimo de un sueño"
...Qué más se puede decir...
Mi calidad de vida mejora leyendo a Belén Gopegui. Lo juro.
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