"EL AZAR Y VICEVERSA"
El trotamundos de la novela nació en Rota (Cádiz), cómo el autor, Felipe Benítez Reyes (1960). La trama es el transcurrir vital de Antonio, un personaje marcado por herencias familiares, huérfano de padre marinero a temprana edad, con una madre ausente, excesiva, confusa, problemas ecónomicos y la suerte de cualquier lado menos de cara.
Cuánto tiene de autobiográfica la novela no lo sabremos nunca. Lo que no se puede medir es la exactitud. El planteamiento impecable. El juego de secuencias y personajes que se relevan veloces en un escenario vital, disparatado por momentos, pero siempre acorde, bien construído y magistralmente narrado.
Yo no quería terminar de leer una historia que me ha recordado mucho al Quijote, a todos esos imposibles que les ocurren a las personas que tienen por penitencia la propia vida. El ambiente de novela picaresca, sin abusar del drama ni de todo lo contrario porque el ritmo narrativo, fácil, ameno, seductor e inteligente, te atrapa de modo irremediable, atraviesa varias décadas, pasajes históricos que nos asoman a lo que ancestralmente fuimos, somos y nunca dejaremos de ser.
La crítica, la doble moral, la pobreza acompañada de ironía y azar no pierden relevancia pero se parecen menos a un imposible.
Apuntaba antes un dato curioso, no quería terminar de leer aún faltándome apenas unas páginas para la conclusión, eternizaba el momento. Quizás porque hacía tiempo que como lectora no sentía esa especie de duelo ante la despedida de lo que realmente merece la pena. Quizás porque sé que tardaré en volver a encontrar algo así, canto rodado, juego perfecto, todas las piezas encajan, el malabarista sabe que ha triunfado con su función, que era exactamente eso lo que pretendía. Conmover. Cautivar.
Comencé la lectura lápiz en mano, barruntada, dispuesta a atrapar todo eso que una hubiera querido escribir, sentir, mostrar ya sin remedio... y abandoné el intento a las pocas líneas, puesto que no podía subrayar el libro entero, sin desperdicio.
El primer párrafo se presenta así:
"No sé si estará usted de acuerdo conmigo, pero creo que todos llevamos una triple vida, sustentada en tres pilares: lo que creemos ser, lo que quisiéramos ser y lo que en verdad somos. La mezcla de los tres elementos suele resultar bastante mala, aunque conviene mostrarse optimista y hacerse cuanto antes a la idea de quilibrar de la mejor manera posible esa conjugación desconcertante."
Afortunadamente Antonio es un tipo tranquilo, más bien sereno, que deja de sorprenderse por los bandazos de su destino. De Ley. Predestinado para el fracaso. Que está vivo, que ha vivido y necesita contarlo.
Entre ese párrafo inicial y uno de los últimos:
"La existencia es un prodigio vulnerable: lo mismo la desbarata un virus que una pesadumbre, lo mismo una guerra nuclear que el caerte rodando por una escalera. Y es que hay un momento en que, por una cosa o por otra, todas las vidas -incluidas las más dichosas y afortunadas- se echan a perder sin remedio."
No conocía a Felipe Benítez Reyes, no sabía que es Premio Nacional de Poesía (1996) o Premio Nadal (2007) entre otros, ni que tiene un blog titulado: "Mercado de espejimos" dónde escribe sobre la actualidad cotidiana y piraña. Puede que me connvenga creer que ha llegado a mi pequeño panorama literario cuando tenía que llegar... pero bienvenido sea, ya para siempre.
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