"A CORAZÓN ABIERTO"
No son buenos tiempos para la lírica.
Retrocedemos en esta comunidad autónoma y en casi todo el país, con esta pandemia que nos está consumiendo a muchos niveles y robándonos tiempo de vida social, ese tejido básico que nos proporciona energía, raíces y libertad.
Es ahora cuando me doy cuenta de lo poco que podemos elegir en esta vida, de lo manipulados y manipulables que somos. El miedo es un océano insondable.
Para colmo se ha muerto Juan Marsé, otro componente de esa generación del 50, denominada "maldita" por la forma en que vivieron y/o murieron muchos de sus componentes. He leído un artículo de Cristina Fallarás, más que recomendable, sobre el Juan Marsé que ella quiso ser de adolescente. Lo definía como "compacto". Que quiere decir mucho más allá de la honestidad o la sabiduría. Compacto. De una pieza. Íntegro. No tenía aspecto bonachón ni presumía de buen genio Marsé, pero se llevó a sus nietos a recoger el Premio Cervantes, aprendía y disfrutaba de los niños, tenía paciencia con ellos. No venía de casta literaria, pero el aprendiz de joyero se introdujo en ella casi sin querer y sin terminar de pertenecer a ella.
Os recomiendo un documental que podéis encontrar en You Tube, "Imprescindibles", de la 2, dedicado a Juan Marsé, si de verdad queréis descubrir el oficio de escritor y a la persona, más allá de los símbolos y del personaje.
Y si no habéis leído , si fuera posible que todavía no hayáis leído nada de Marsé, podéis empezar por cualquier parte de su extensa trayectoria, todas sus novelas lo identifican, crean su universo particular, aunque quizás "Últimas tardes con Teresa" sea el inicio del escritor empeñado en serlo.
Me voy fuera de foco.
Cualquiera puede homenajear más y mejor que yo al catalán nacido en 1933, pero sí que sentía la necesidad de despedirlo a mi manera, a través de este blog que permanece, desde 2008, con muy pocas, muy pocas visitas, como una roca desapercibida en un camino de montaña.
Su primera novela "Encerrados con un solo juguete", o "Caligrafía de los Sueños", una de las últimas, están también entre las entradas de este blog, poniendo en primer lugar del mapa y de la cartografía literaria a esa Barcelona de posguerra que nadie, nunca, describió como él.
Vuelvo al foco.
Yo venía a expresarme sobre la nueva novela de Elvira Lindo (Cádiz, 1962) en diez años:
"A Corazón Abierto", una narración biográfica centrada en la historia de amor, desamor y muerte que vivieron sus padres.
Elvira Lindo no es Juan Marsé ni a la inversa.
Pero los dos tienen algo en común.
La credibilidad del poso. Haber trabajado la literatura, a pico y pala, para moldearla a su estilo, darle su forma, decorarla con sus cortinas y su felpudo de Bienvenida.
No me gusta todo lo que escribe Elvira Lindo. Pero me gusta Elvira Lindo.
La serie de Manolito Gafotas me resulta entrañable, entretenida, atemporal y muy digna.
Me sorprendió gratamente con "Algo más inesperado que la muerte" (2002) y "Una palabra tuya"(2005). La consideré inconsistente y algo desapercibida con "Lo que me queda por vivir" (2010) y me encantó especialmente con "El otro barrio" (1999).
Me gustan sus artículos y sus colaboraciones radiofónicas. Me gusta su voz.
Elvira Lindo ha conseguido esa burbuja tan difícil. Método Elvira. Convicción Elvira. Universo Elvira.
Idealizo de alguna manera que esté casada con Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956), el de "Plenilunio" (1997) o "El invierno en Lisboa" (1987), Premio Príncipe de Asturias de Las Letras, por las tertulias y los amigos y las historias que deben entrar en esa casa.
Elvira Lindo es cercana, a la hora de escribir, de contar, de narrar.
Sus historias son fluidas, no suelen resultar tediosas ni pesadas, personajes comunes, asumibles, de vecindario, pero no por ello simples.
Sencilla y eficaz, detrás de cada personaje suele esconderse la particularidad de la contradicción, no hay buenos ni malos, mejores y peores... depende del cruce, de la encrucijada, de todas las verdades que nunca fueron, que nunca son absolutas.
Su última novela tiene mucho de exorcismo, de necesidad y de colocar las piezas en los lugares correspondientes. Ha ido recogiendo las migas de pan en un viaje de regreso nada idílico. Nos cuenta su niñez, infancia, juventud y madurez dentro del entramado familiar y dejando el protagonismo principal a sus padres, explicando que la historia que los construyó, sus orígenes y el tiempo que les tocó vivir, influyó de manera trascendental en la vida de Elvira y sus hermanos.
A veces demasiada responsabilidad para una niña el cuidar de su madre enferma, otras el sentimiento de culpa por querer huir del dolor, un padre especial con pánico absoluto a la soledad, el compromiso político, la Universidad, los primeros amores y los últimos...
Puede ser un libro piscinero, pero plantea cuestiones sobre los vínculos que no deberían pasar desapercibidas.
Puede ser un libro de verano, Elvira Lindo no cree en las fronteras, pero pretende algo más, para eso se ha dejado las tripas y un espejo.
Miremos hacia dentro de nuestras casas y familias y calculemos: ¿Cuánto de lo que quisimos dejar atrás sigue persiguiéndonos?, ¿Por qué a veces resulta inevitable amar a seres confusos, difíciles?, ¿Cuándo comienzan realmente las historias de amor y desamor?.
Leer entre líneas a través de una historia biográfica es una elección libre, porque también puede una asomarse, como a un jardín de tulipanes, simplemente a contemplar.
El libro está ahí, entre todas las novedades de este 2020 que tardaremos en olvidar.
La sinceridad y la generosidad con las que está escrito bien merecen dedicarle un tiempo sin tiempo.
Desde aquí las gracias, aunque nunca llegue a leerlas, por seguir construyendo Universo Elvira.
0 comentarios