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MARTES DE CENIZA

"LOS INGRATOS"

"LOS INGRATOS"

Pedro Simón (Madrid, 1971), autor de "Peligro de derrumbe" (2015)  y de la absolutamente magistral "Los incomprendidos" (2022), ganó el Premio Primavera de Novela 2021 con "Los ingratos", novela que me ha conmovido provocándome el nudo, ese nudo en la boca del estómago que deja marca, porque te revuelve las tripas investigándolas, las desordena, obligándote a mirarlas, a descubrir qué tienes ahí dentro, qué tienes, con qué estás leyendo la novela, qué inteligencia emocional posees, por qué conectas con la historia (al parecer tan sencilla, tan repetida en el tiempo, tan básicamente evolutiva...) y después de todo eso y mucho más, recoge de nuevo tus tripas, antes de que pierdan latido y se queden frías y vuelve a encajarlas, dónde estaban ya no podrá ser... necesitan otra ubicación.

 

Una emocionante crónica familiar y sentimental. El retrato de un país que miraba al futuro y se olvidó de dar las gracias a la generación que lo hizo posible.

«Nos rezaban que cuatro esquinitas tenía mi cama y que cuatro angelitos nos la guardaban, pero mi cama por lo menos tenía cinco. Y uno de ellos era una señora de campo que pinchaba cuando te daba un beso».

1975. A un pueblo de esa España que empieza a vaciarse llega la nueva  maestra con sus hijos. El más pequeño es David. La vida del niño consiste en ir a la era, desollarse las rodillas, asomarse a un pozo sin brocal y viajar cerrando los ojos en el ultramarinos. Hasta que llega una cuidadora a casa y sus vidas cambiarán para siempre. De Emérita, David aprenderá todo lo que hay que saber sobre las cicatrices del cuerpo y las heridas del alma. Gracias al chico, ella recuperará algo que creyó haber perdido hace mucho.

Los ingratos es una emocionante novela sobre una generación que vivió en aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre. Un homenaje, entre la ternura y la culpa, a quienes nos acompañaron hasta aquí sin pedir nada a cambio.

 

Utiliza Simón todos los ingredientes que me interesan desde que aprendí a leer y a escribir: el tiempo, los vínculos familiares, las relaciones sociales, la memoria, el medio rural, el olvido, la niñez, las emociones... frases cortas, prosa lírica, un disparo en la frente, una mano apretándote la garganta, porque fuimos, somos y seremos los personajes que describe, somos miserables, naúfragos, solitarios, sobrevivientes, estúpidos, fugitivos, rebaño, río, monte, oscuridad y futuro.

No quisiera describir una narrativa agónica o sufrida, de las que te hace pasarlo mal.  A mí me ha resultado necesaria, comprometida, un tanto sanadora, a pesar del dolor que produce la verdad inevitable.

Creo que es una historia exacta, bien calibrada, noble y absoluta.

No es un libro de aventuras pero te plantea la aventura de estar viva.

Nada de examen de conciencia, dolor de los pecados y propósito de enmienda.

La importancia de la memoria, por encima del tiempo, la importancia de cumplir las promesas, sobre todo cuando se las haces a alguien incondicional.

Me ha ocurrido algo por primera vez leyendo "Los ingratos".

He leído novelas que me hubiese gustado escribir.

Pero nunca he encontrado un personaje que me hubiese gustado ser.

Yo quiero ser la Señora Emérita y tener, sin saber como, ese milagro de inteligencia emocional, a pesar de todo, de la propia vida, que se empeña en borrarla.

Quiero ser la Eme, aunque esté sorda y más de medio pueblo se ría de ella.

Porque es verdad, es de verdad, de una pureza incalculabe.

Hubiese estado bien una crítica de "Los Ingratos" más técnica, algo más aséptica, invitando a una lectura liviana , dispuesta como un juego de pistas para que cada cual encuentre su sendero... Pero no tengo tiempo para enredaderas y la emoción y el agradecimiento me brotan a raudales, porque tanto esta novela como la siguiente, "Los incomprendidos" son un ejercicio de identidad literaria y de saber hacer importantes, un espejo brillante de lo que somos y del olvido que seremos (parafraseando a Héctor Abad Faciolince (Medellin, Colombia, 1958), tan admirado por Pedro Simón).

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