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MARTES DE CENIZA

Todo empezó en Villatoya

Todo empezó en Villatoya

El día uno de Marzo de este año que languidece barrido por  el otoño me llamó Llanos, la Alcaldesa de Villatoya, para comunicarme que el Jurado del Certamen "Emilio Murcia" había decidido por unanimidad concederme el primer premio por mi relato: "Las Hijas de Irene".  Era sábado, casi las nueve de la noche, Daniel y yo entrábamos por la puerta cargados con una lámpara del Ikea y el consiguiente mareo de empalmar un viaje en autobús tras otro hasta llegar a casa.  Estaba tan anonadada que contesté con monosílabos, poco menos que como el Macario de Jose Luis Moreno, porque nunca en mi vida me había visto en otra igual, de verdad.  Escribo desde que sé hacerlo, siempre fui un especimen raro, un ratón de biblioteca que pedía para Reyes Fábulas de Samaniego o historias de Enid Blyton,  y que me encerraba en el baño para recitar poemas de Lorca y fragmentos de "Platero y Yo".  La Literatura ha sido siempre esa lancha neumática de rescate cuando el agua me llegaba a las pestañas.  El caso es que una vez que termino lo que escribo soy una Judas, incapaz de valorar positivamente el resultado, le veo faltas por todas partes, exageraciones, burdas copias, chabacanería ... si me atrevo a presentarlo a algún sitio es porque no tengo que dar la cara: certifico el sobre, al buzón y listo, con plica además, así nadie sabe quien soy... cierto es también que una escribe para que le lean y porque tiene algo que contar.  Al certamen de Villatoya mandé el relato por correo electrónico.  Tuvieron la amabilidad de escribirnos diciendo que debido a  la gran cantidad de trabajos presentados el fallo del jurado se retrasaría, y nos comunicaron también cuales eran los finalistas.  Me ví entre ellos y os juro que no daba crédito.  Por otra parte me enfadé, ya que habían encendido la mecha de la ilusión quizás para nada, encima de que lo hacían estupendamente respetando el trabajo y la ilusión de los participantes (gesto nada común en la mayoría de concursos...) ...  Pues eso, que gané, que en casa lo celebramos como si nos hubiese tocado la lotería o más, porque lo de la lotería es azar y esto es otra cosa que tiene que ver con el mérito propio, y que de qué íbamos nosotros a conocer La Manchuela si no ...  Nos metimos en un tren camino de Valencia primero y de Requena después, y cuando le vimos la cara a Eliana comprendimos ya que aquella aventura merecía la pena y bajo ningún concepto podía salir mal.  No lo cambio por nada: el acogimiento, conocer a Ramón, ver el Cabriel desde la carretera, aquella cena con Noelia, David, y el resto de aquellos chicos y chicas entusiasmados con proyectos en común, Casas Ibáñez, la lluvia menuda, Villatoya, su salón de actos, la representación teatral en la que pude conocer en carne y hueso a Aloma y Sol, el cuidado y el esmero en general por hacer las cosas bien, Manuel Merenciano y su familia (ese hijo pequeño que ya comienza a escribir relatos de chavales enamorados), la extraordinaria voz de Maribel, la firma de ejemplares (¡mi nombre duerme por allí, a tantos kilómetros, por la magia de las palabras contagiosas!), las olivas, las patatas fritas, la gente que te contaba sus cosas y lo que había sentido al leer "Las Hijas de Irene", la cena, Beatriz y sus apuestas seguras, la tienda de Llanos tan inesperada, en medio de un camino, valiente, cabal y extraordinaria....  Que el destino, los hados o quien sea perfeccionaron su encaje de bolillos y tuve el honor de ser la afortunada que lo vivió en primera persona.

Después de aquella experiencia pensé que porqué no, que me habían leído, que les había gustado y que quizás no fuesen los únicos (aunque para siempre en mí los primeros...) así que la vergüenza destructiva hacia mis relatos continuó pero con menos intensidad, ya se yo que no puedo vivir sin escribir, así que habrá que encontrar un apaño... En Mayo me notificaron que había quedado finalista en el "Enrique de Sena" de Santa Marta de Tormes (Salamanca) con "Allende" y acaban de concederme una Mención de Honor en el Concurso de Cuentos "Antonio Reyes Huertas" del Hogar Extremeño en Zaragoza por "Nuestro Cuerpo y la Melancolía" (lo colgaré aquí próximamente).  Es difícil abrirse hueco, pero no quiero escribir para soplar el polvo de las portadas de mis historias.  En la mayoría de los certámenes a los que me presento ni siquiera sé como he quedado clasificada o quien ha ganado... pero una parte de mí se empeña en seguir intentándolo.

Como a la Bergman en "Casablanca", a mí siempre me quedará Villatoya.

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