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MARTES DE CENIZA

EL MALO DE LA PELÍCULA

EL MALO DE LA PELÍCULA

Siempre nos hemos enamorado de los bandidos.

Por necesidad redentora o porque cuando se tiene una determinada edad no puede, ni debe ser de otra manera, el caso es que los malos nos han llevado a mal traer y sin embargo los hemos besado deseando fervientemente que se colgaran de nosotras, sólo de nosotras, para toda la vida.  Si el sentimiento caduca esas historias de pillos pueden convertirse en leyendas románticas, el problema es cuando nos empeñamos, pasados los años, las fuerzas, la ilusión, en ser hadas madrinas, enfermeras de noche, centinelas que aguardan el milagro... Pero esa es harina de otro costal, que tiene algo de patológico disfrazado de pasiones que nos vuelcan la vida.

Cuando pienso en el prototipo de "chico malo", animal herido y atormentado, veo a Paul Newman en "Dulce Pájaro de Juventud" o en "La Gata sobre el Tejado de Cinc", absolutamente maravilloso (sí, ya que James Dean no se quedaba atrás, pero creo que rezumaba demasiada melancolía) y rescato del cajón de los escritos perdidos párrafos como estos:

"El malo de la película tenía los ojos claros, y una dulce propensión al olvido.

El tiempo de cara, madrugada en los labios, prisa acontecida.

Los vaqueros caían del revés a los pies de la cama, orgullosos y libres, desafiando mañanas mientras el resto del mundo velaba el sueño equivocado con una caricia prudente de vigía enamorada.

Amarlo resultaba tan sencillo como respirar.

Él lo sabía.

Y se dejaba querer.

Inevitable.

Pero las eternidades son mentira.

No brilla el mismo sol todos los veranos.

Aunque me estés mirando.

Una se encarama a la vida con inseguridad apasionada.  Quiere vivir.

A pesar de tí.

Te esperé cuando caía la nieve y ya no quemaban tus besos.

Tú no lo sabes.

Pero te sigo esperando.

Es un empeño loco por habitar el tiempo que me debes.  Que me mires a la cara ahora.  Ahora.  Cuando tanta gente puede suplantarte y eres el extraño de la fiesta.  Mírame a la cara y dime que no te acuerdas de nada.  Que tienes sueño.  Que siempre habrá alguien que te ame incondicionalmente.

Y ya no volveré a escribirte.

Nunca.

Porque habrás conseguido ser dueño de tu libertad, hasta el final un dulce pájaro de juventud.

Como la vida misma.

Como el olvido".

4 comentarios

Luisa Montoro -

Necesito un curso acelerado para que no me den gato por liebre, para que los que parecen "buenos" lo sigan siendo, que nunca acierto... Yo me hago mayor para soportar la intensidad de los atormentados. Quiero que me quieran, lo demás se apaña.
Estupendo el escrito. Como todos los tuyos, tan auténticos.

LAS ANAS -

Los malos tiene un morbo especial porque no son previsibles, porque un minuto a su lado vale por toda la vida, por todo el calvario de sus inestabilidades, porque son todo o nada, porque no saben si te quieren pero siempre vuelven, porque nos devuelven una imagen de nosotras mismas que no tendremos con nadie más... eso sí, los malos son demasiado para compartir todas las mañanas, las circunstancias y los acontecimientos de una vida entera, se desinflan.
Un beso querida.

Rebeki -

Bello, muy bello, si no recuerdo mal y pidiendo previamente disculpas por la intromisión aquel "malo" tuyo de épocas pasadas tenía un vago aire a Paul Newman... Votos por los malos, siempre por los malos, para una temporadita corta e intensa.

nK -

Después de leer-te, a uno le entran ganas de ser malo, malísimo. Felicidades por el rescate no naufragado del tiempo.