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MARTES DE CENIZA

AYER VI A DIOS DOS VECES

AYER VI A DIOS DOS VECES

No sé si porque la fecha de ayer era un tanto mágica, tal vez era mi dia de suerte y yo que no leo los horóscopos no estaba prevenida, o porque tocaba, ayer tocaba que yo pasara por allí y me diera de bruces con Dios en cuerpo y alma, nada de divinidades, Dioses terrenales, de los que nada más verlos te das cuenta de que sobresalen de la media por su genialidad, por su estrella de cinco puntas, delimitada, brillante, perfecta.

Uno en forma de jugador de baloncesto, un chiquito que todavía no ha escapado de la adolescencia y ya se mueve por la vida "como si fuese a abrir las puertas de la aurora" (parafraseando a Blas De Otero).  Ver jugar a Ricky Rubio es creer que siempre quedan posibilidades inmarchitables, sentido en algunas cosas.  Juega, convence y emociona, sin ser metódico, regular ni disciplinado.

Y por la noche se inauguraba la temporada en el Teatro Principal de Zaragoza.  A través de mi buen amigo Fran me llegaron un par de invitaciones para asistir al sarao.  Yo pintaba allí menos que unas huevas de caviar auténtico en la taberna de mi barrio.  El alcalde casi me convence cuando inició su discurso con una cita de Lorca...  Pensaba yo que toda la gente que allí se congregaba podía pagarse tranquilamente el palco que le diera la gana, y que hubiera estado bien que las invitaciones las repartieran en la Escuela de Teatro o en la de música, o a cualquiera que pasase por la calle...  Al teatro no acude gente joven, y eso ni se remedia, ni se quiere remediar.

El caso es que se apagaron las luces, se alzó el telón y Carmelo Gómez y Silvia Abascal comenzaron a contarnos la historia de "Días de Vino y Rosas"...  y entonces me dí cuenta, a los pocos minutos, de lo que suponía ese actor leonés, cosecha del 62, que salió de su pueblo a los dieciocho años para participar tres dias en un curso de teatro y volvió a los tres años.  Su compañera de reparto también sin desperdicio, pero hay una diferencia entre hacer bien el trabajo y hacerlo extraordinariamente bien.   Y Carmelo Gómez me secuestró durante una hora y tres cuartos, tanto que casi me olvido de la película de Blake Edwards, del mismo título, estrenada precisamente el año que nació Carmelo.  Tamzin Townsed es la directora de este monaje teatral brillante e inolvidable.  Dos personajes que se encuentran, se adoran, se mitifican y se autodestruyen, dos vidas que parecen complementarias, dos almas que sólo necesitan vivir, no sobrevivir...  En medio de todo el reconocimiento de que el alcohol es una droga social muy bien valorada.

Qué mas puedo pedir... ver a Dios en los tiempos que corren, dos veces al dia, para una miope... luego tendré la cara de proclamar que los milagros no existen.

1 comentario

francisco -

pues me alegro de que vieras a Dios, ya me diras como es él/ella
y si te dio recuerdos para mi.
Un besazo