GARDEL Y EL TANGO
"Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida, tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenen mi soñar, pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar..."
"Volver", el mítico tango de Gardel, me acompaña algunas mañanas camino del trabajo, con su sonido antiguo de disco rayado y su tono meloso y envolvente convenciéndome una vez más de la pura poesía que son los tangos, con la pieza clave del bandoneón como instrumento esencial. Enrique Santos Discépolo definió al tango como "un pensamiento triste que se baila", qué más se puede decir.
El más recordado cantante de tangos de los años veinte y treinta, Carlos Gardel (¿a quién no se le ponen los pelos de punta con "El día que me quieras"?) creció en Argentina y comenzó a ser conocido como el Morocho del Abasto (haciendo honor al barrio en el que vivía y donde se situaba el mercado central de frutas y verduras de Buenos Aires). A la salida de un salón de baile en 1915 Gardel recibe un balazo procedente de una reyerta y canta el resto de su vida con una bala alojada en el pulmón izquierdo. Actor y cantante de éxito mundial debuta en España en el teatro Apolo de Madrid, año 1923. El 24 de Junio de 1935 Gardel, junto a algunos de sus inseparables músicos fallece en un accidente aéreo en Medellín, tragedia que lo catapultaría como eterno ídolo del que se sigue diciendo que "cada día canta mejor". Está enterrado en el cementerio de La Chacarita en Buenos Aires, lugar de constante peregrinación de sus fans, que los son también del tango, ese arte de raíz suburbana y arrabalera que le da al barrio, a sus pasiones y sus gentes, la categoría de país de las emociones.
Fragmento de "El día que me quieras"
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo
de tu suspirar.
Cómo ríe la vida
si tus ojos negros
me quieren mirar.
Y si es mío el amparo
de tu risa leve
que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
todo todo se olvida...
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