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MARTES DE CENIZA

OCTUBRE, FIN DE AÑO EN ZARAGOZA

OCTUBRE, FIN DE AÑO EN ZARAGOZA

"A esta vetusta ciudad,

vieja como ninguna,

que te observa al caminar

como si vas por la luna,

la amo,

la odio,

le tengo un cariño ancestral" (Zarajota blues-Jose Antonio Labordeta)

 

No me gustan las ciudades, menos las que pretenden ser macrociudades europeizadas, globalizadas y globalizadoras.  Por no gustarme no me gusta ni la mía, que vive de espaldas a su memoria y que no se parece, ni siquiera un poco, a la que un dia fue.

Las ciudades se sumergen en inviernos interminables, es más, en algunos de sus rincones siempre es invierno.  Y contra eso sólo se puede buscar la esquina soleada, y recordar a menudo que todo pasa, y la oscuridad de las seis de la tarde se acaba.

Mi ciudad es como todas y no se parece a ninguna, los habitantes de un lugar pretendemos que sea único, que nos haga especiales, ya que somos esclavos de su ritmo.  La mía tiene la peculiaridad de terminar el año en Octubre, saltándose a la torera los calendarios, las estaciones y lo que se tercie.  El verano se alarga hasta la celebración de las fiestas patronales, los habitantes nos lanzamos a la calle como si nos fuese la vida en ello, haga el tiempo que haga, aunque el cierzo se empeñe -bueno es- en quebrar las ramas de los tilos y llueva hasta que flote el Pilar (algunos tópicos lo son por algo y "exageraos" somos un rato largo...)

Cuando la gente está de fiesta se le olvida todo, la conciencia y la memoria se quedan en el sofá tapadas con la manta de cuadros, y entonces, a pesar de las obras, los gastos innecesarios, las discusiones políticas que siempre nos pillan en medio para salir perdiendo, la marejada de los tiempos venideros, los logros sociales que ya no lo son, el estado del bienestar inexistente por el que nos hemos dejado los cuernos, uno canta, rie, bebe, baila, sale y disfruta como si fuese la última vez... si nos pilla el fin del mundo que nos quiten lo bailao.

Todo lo que empieza tiene un final en domingo, con espectáculo pirotécnico junto al Ebro.  Tiemblan un poco las piernecillas ante lo que vendrá, quienes seremos y en qué nos convertirán y/o nos convertiremos, el largo invierno, todo lo que se ha postergado para después del Pilar y que de repente está ahí, en la línea de salida, irrevocable.

Una de las cosas que he aprendido grabándomela a fuego es que estamos de paso y que no hemos inventado nada, nada que no se haya sentido y vivido antes, nada que no regrese, en otros labios, con otro cuerpo, en las vidas de otros.

Por eso espero que siempre haya generaciones dispuestas a comerse a bocados la manzana, hasta llegar al corazón, aún con los ojos vendados.

Confío en quien hace del presente su patria.

 

 

FELICES FIESTAS DEL PILAR 2011

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