OESTE
Déjame un poco de vida,
lo que cabe en la palma de la mano,
para seguir amándote.
Soy demasiado mayor
para perder la fe,
necesito un punto cardinal,
ya sabes,
una estantería donde guardar
el azúcar,
los libros imprescindibles,
los relojes del mañana.
Dame más margen,
me he perdido tantas cosas…
Sin ser impuntual
siempre llego tarde,
cuando cierran los bancos,
cuando se quedan desiertas
las orillas
y el tiempo hace muecas burlonas
en las esquinas del viento,
cuando la gente duerme
y olvida la contraseña.
Entonces llego yo
con mis ojos de loca
y el corazón fuera del cuerpo,
a rescatar príncipes
empuñando
sábanas de espuma.
Nunca he entendido bien
de qué va todo esto,
la letra pequeña,
la luz exacta sobre el ventanal,
las palabras que sobran.
Necesito
más tiempo que oxígeno,
días que encajen en otros,
que se parezcan a los que imaginamos,
deseados y simples,
como un beso
en cualquier parque.
Si vas a concederme el préstamo
silba.
Te estaré esperando.
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Rubén L. -
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