"EL HÉROE DISCRETO"
“Nunca dejó que nadie lo pisoteara. Era, según él, lo que hacía que un hombre valiera algo o fuera un trapo. Ése había sido el consejo que le dio antes de morir en una cama sin colchón del Hospital Obrero: Nunca te dejes pisotear, hijito” ("El Héroe discreto", Mario Vargas LLosa, Afaguara, 2013)
Sí, la idea es esa, desgajar la integridad para mostrar exhaustivamente su precio y su recompensa, una labor de tremenda belleza narrativa con la que el Premio Nóbel de Literatura 2010 roza la perfección.
Necesitaba volver a la tremenda riqueza lingüística del castellano que añadido a las particularidades y jergas del idioma en Latinoamérica (en este caso en Perú) añaden a la descripción un ritmo y una musicalidad especiales. Quería que este libro me apadrinase en mi primera incursión en la lectura sin papel, a través de e-book (y sí, todavía con esta sensación de pequeña "traidora"), y el acierto ha sido grande, porque la trama narrativa me ha quemado las pestañas frente a la pantalla.
La historia no tiene desperdicio, el escritor, con su bagaje de cincuenta años creando su particular mundo literario, se permite el lujo de rescatar viejos personajes (Lituma, Don Rigoberto, Fonchito...) e incorporarlos a estas páginas. Ninguno tiene desperdicio, nunca un personaje secundario ha sido tan necesario, tan fundamental, toda una labor coral en la que lo peor y lo mejor del ser humano se entrelazan creando espacios, atmósferas y personajes que si no aburren, mucho menos provocan indiferencia.
Dos historias paralelas: la de Felícito Yanaqué y la de Ismael Carrera, uno en Piura, otro en Lima, empresarios que se han hecho a sí mismos y que apuestan, a pesar de todo, por sus convicciones, enfrentando a la vida de cara, sin ambages, con el único propósito de ser (casi) felices sin renunciar a esa parcela de honestidad sobre la que han cimentado su trayecto.
Lectura necesaria sobre la sociedad deshumanizada, la codicia, los convencionalismos, las pequeñas trampas que se acumulan creando un importante socavón en el alma, la extorsión, la venganza... y la capacidad intrínseca de sobreponerse, contra viento y marea, pudiendo mirarnos al espejo cada día.
La incondicionalidad es un valor que siempre he admirado, con los ojos como platos, porque creo que puede cambiar el mundo, sin un ser incondicional cerca resulta imposible avanzar.
"El héroe discreto" es un homenaje a la incondicionalidad, y también un grito de esperanza cuando todo parece perdido, hay que buscar el centro, buscar el centro, algo que repite con frecuencia uno de los personajes.
Se nota que es una novela redonda porque además de robarte los cinco sentidos, cubriéndolos con su presencia, tiene un final como sólo ella lo merece.
Y te deja buen sabor de boca.
Y sale el sol.
Y una piensa que hay que volver al e-book, o al papel, o a lo que sea que nos cuente una historia sin demora, porque el fin justifica los medios y leer nos salva de tantas cosas...
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Alicia -