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MARTES DE CENIZA

"TOCARNOS LA CARA"

"TOCARNOS LA CARA"

Esta es la segunda novela de Belén Gopegui (Madrid,1963), después de "La escala de los mapas" y antes de "La conquista del aire", data de 1995, así que acaba de cumplir veinte años.  Quienes sabéis de mis pasiones literarias conocéis mi debilidad por la escritora, de la que ya he hablado y escrito en múltiples ocasiones y poco más puedo añadir. Esta era mi asignatura pendiente, la novela que se queda entre paréntesis para una ocasión mejor, como ella merece, una ocasión de esas en las que se invierte todo, dedicación plena y exclusiva a la forma, al fondo, al mensaje social y la reivindicación siempre presentes en la narrativa de la madrileña.

Después de haber leído todo lo que ha publicado y hasta las entrevistas que le han hecho me quedaba ese eslabón pendiente, la historia de un grupo de teatro alternativo que quiere hacer mucho más que interpretar, que busca un significado único, un proyecto en común, dirigido por un lider caótico y perdido a partir del cual todos se construyen.

"Hay, sin embargo, un día en el que todo da comienzo. No me refiero a las presentaciones, ni a los cuerpos, sino a ese momento, a partir del cual algunas personas empiezan a contar en nuestra propia vida."

Sandra es nuestra guía dentro de la historia, la narradora, su teoría sobre las personas "vacantes" nos devuelve al Universo de la autora y su propuesta entre líneas por tratar de reconocernos fuera de la zona de confort, vulnerables, primarios, solos.

"El azar, decía Simón cuando analizábamos la tragedia griega, se distingue del destino porque borra la culpa, el azar es inocente. En la tragedia sólo hay destino. Pero en la vida no. En la vida hay azar y hay destino, el azar nos gobierna y el destino es nuestra responsabilidad."

Las novelas de Gopegui no son comparables entre ellas, si bien responden a su estilo, a su modo absolutamente impecable y particular de contar las cosas, no tienen espacios comunes ni vienen hiladas, son siempre sorprendentes, al margen de cualquier historia redonda, con nudo y desenlace y final feliz, o no. Lo contrario de la sencillez es Belén Gopegui, su narrativa no facilita el camino, abre puertas y las cierra de golpe, pide una posición, una mano alzada, las cartas sobre la mesa. Nunca se termina de leerla y comprender el tejido de sus novelas, los mimbres, el horizonte, resulta complicado, pero atrae irremediablemente, hay algo en todo lo que cuenta, algo sumergido, implícito, que nos sacude por dentro.

En "Tocarnos la cara" la autora resulta más ella que nunca, lo subjetivo se multiplica, seres poliédricos o muy simples al parecer, detalles nimios que cobran enorme vida, el amor como un juego perverso, desmitificado, desnudo, el interés de las relaciones y las relaciones interesadas, todo acoplado a un proyecto en el que habita la intimidad y el miedo.

"Yo estaba a punto, quizá, de empezar a vivir sin los misterios, pero sólo a punto. Es cierto que nunca me interesó la esperanza, no pertenezco al grupo de los que viven con prudencia pues aún esperan del mundo una reparación y quieren estar en forma cuando llegue."

Dejar de tener pendiente la lectura de este libro me alivia, el círculo de las grandísimas composiciones de Gopegui se cierra, siempre con el rumor de lo disconforme. Hasta quedarse quieto es una forma de hacer algo.

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