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Se muestran los artículos pertenecientes a Septiembre de 2012.

"LA REALIDAD ES ENEMIGA DE LA NIEVE"

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Hubo un tiempo malherido,

¿recuerdas?.

El cuerpo tiene memoria,

le brotan espinas,

intuye el desamor

como los animales barruntan

la lluvia.

Y tarda en cicatrizar.

Después

el insomnio,

los domingos de invierno

y las palabras rotas

convierten el presente

en una cordura tangible,

con minutero,

y hábitos pequeños y esparcidos,

como migas de pan.

La realidad

es enemiga de la nieve.

De lo que no perdura.

Del reflejo de tus ojos

sobre mis piernas jóvenes e inexistentes.

A veces evocamos imágenes sin sonido,

secuencias de cine mudo.

Adheridas a la piel

nos enseñan

lo que no volveremos a ser.

Tú y yo.

Y el futuro.

01/09/2012 11:50 Puri Novella Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

UNA DOCENA DE EXPECTATIVAS

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La mayoría de las veces la vida transforma los deseos. Es decir, se empeña en hacerlos realidad con unas dimensiones inimaginables. De ahí eso de "cuidado con lo que deseas porque se puede cumplir". La vida es una experta, una sabihonda, una listilla que cuando tu vas, ella ha vuelto mil veces. Cuando deseamos no proyectamos a largo plazo, queremos lo que queremos en el momento que lo queremos. Somos inmediatos, ansiosos. Y previsibles. Por eso la vida, convertida en genio de la lámpara, nos otorga a veces lo que esperábamos, con cientos de instrucciones escritas en una letra pequeña y en un idioma indescifrable que rápidamente desechamos, menospreciando la segunda parte de lo ideal.

Los deseos y las expectativas comparten ADN, ellas son la planificación metodológica, la consecución, los pasos que ellos deben seguir como Pulgarcito a sus miguitas de pan. Tienen un elevado nivel de perfección. Y fecha de caducidad.

Las expectativas de una madre incluyen toda la normativa del vínculo único y especial, pretende además un bebé rollizo y hermoso, sonrosado, que coma bien, duerma mejor y deje dormir. Sacarlo a pasear con el embozo de sus sabanitas primorosamente planchado, sentarse en una terraza al sol mientras la criatura reposa y leer el periódico, mantenerse informada, bien teñida, apacible, con tiempo para estudiar, cocinar o ir de tiendas si se tercia.

Las expectativas no avisan de los tiempos, de los plazos, de que los recién nacidos son seres humanos aterrizados en un mundo hostil, y sobre todo silencian que ningún dia es igual al siguiente, que cada día puede ser una aventura diferente, insospechada, difícil.

Como madre asistencialista me declaro desastrosa, especialmente en la etapa bebé, no supe seguir un orden secuencial, no lo tuve, mi bebé lloraba durante horas y yo acumulaba un insomnio que provocaba "cómicas" situaciones como salir a la calle calzada con un zapato de cada clase. O dejar el carrito con bebé dentro en el rellano mientras yo me arreglaba en un tiempo récord, porque al atravesar la puerta de casa (un minipiso de cincuenta y pocos metros) un extraño efecto sideral conseguía silenciar su llanto.

Siempre me he llevado mejor con la gente que habla. Daniel fue creciendo y en ello sigue. Hoy cumple doce años, día doce, dosmil doce. La adolescencia es como un empacho de conchas de merengue. Una montaña rusa. Un dejar de ser niño por imperativo legal de las hormonas. Y claro, uno se revoluciona. En realidad deberíamos vivir en constante revolución. El caso es que mis expectativas con Daniel no sólo se han cumplido, sino que se han visto tan superadas que han traspasado fronteras y límites. A su lado he comprendido mucho más, y a veces hasta mejor. He vuelto a aprender y a amar, de otra forma. He entendido esa maravilla de García Montero "los hijos son el segundo país donde nacemos" y he agradecido, cómo no, el regalo, la oportunidad del tiempo compartido, la convivencia con alguien que tiene algo de tí pero no es cómo tú. Ni debe serlo.

Ha sido la única vez en mi vida que las expectativas han saltado la banca superándose a sí mismas. Era la mejor ocasión que tenían para hacerlo.

12/09/2012 13:06 Puri Novella Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.


NADA SE OPONE A LA NOCHE

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Delphine de Vigan (01/03/1966 Boulogne-Billancourt) consigue hoy vivir de sus novelas después de muchas andanzas y trabajos dispares.  

Sus letras así lo merecen.  Su primera novela, Días sin hambre 2001, es autobiográfica y relata su lucha directa contra la anorexia.  

Ni escribe de cualquier manera ni sobre cualquier tema que luego pueda ramificarse y progresar de un modo ligeramente hábil.  

Son sus tripas juntando frases, oraciones como terremotos, sus tripas que deben tomar el sol y contar lo que cuentan para poder caminar erguida.  Utilizar la literatura como terapia y que además funcione me parece mágico, extraordinario. Sobre todo porque en este caso no se convierte sólo en un exorcismo individual y necesario, sino en un acto de generosidad narrativa que traspasa fronteras para llegar exactamente hasta el alma.  

No hay rencor, ni castigo, ni lastre.  Sólo memoria.  

Y una capacidad brillante para provocar emociones.  

Saber contar no es fácil, por mucho que Delphine haya hecho de ese ejercicio metódico su aireada casa con vistas al mar, ella es, ante todo, escritora, con su inevitable equipaje, sí, (no toda su obra es autobiográfica) pero con su mirada puesta en la gente, en lo cercano, en las cosas que nos pasan.

Posiblemente el haber pertenecido a una familia numerosa y muy especial la convierten en alguien diferente, con la misión de venir a contarnos lo que nos cuenta.  

A esa familia podemos asomarnos en su última novela: Nada se opone a la noche (Anagrama), la más premiada en Francia en 2011 y con mayor número de lectores. Si entendemos el concepto de familia como "sistema complejo en el que todos los miembros influyen y se relacionan entre sí, donde los cambios y novedades afectan a las relaciones establecidas" (según definición de Psicología del Desarrollo) contemplaremos su reflejo inequívoco en esta historia emocionante y perturbadora, inquietante, sorprendente, distinta.

Sinopsis:   Después de encontrar a su madre muerta en misteriosas circunstancias, Delphine de Vigan se convierte en una sagaz detective dispuesta a reconstruir la vida de la desaparecida. Los cientos de fotografías tomadas durante años, la crónica del abuelo de Delphine, registrada en cintas de casete, las vacaciones de la familia filmadas en súper ocho o las conversaciones mantenidas por la escritora con sus hermanos son los materiales de los que se nutre la memoria. Nos hallamos ante una espléndida y sobrecogedora crónica familiar, pero también ante una reflexión sobre la «verdad» de la escritura, porque son muchas las versiones de una misma historia y narrar implica elegir una de esas versiones y una manera de contarla. Y esta elección a veces es dolorosa, porque en el viaje de la cronista al pasado de su familia irán aflorando los secretos más oscuros.

Quien esté libre de pecado (y de familia) que tire la primera piedra.

21/09/2012 14:38 Puri Novella Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

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