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UN HIJO

Hay que empezar diciendo que la belleza estética del libro que tomas entre las manos, si va unida a una narración conquistadora, poética y adictiva supone, casi, la perfección.
Es hermoso el último libro de Alejandro Palomas (Barcelona, 1967), la editorial realiza un trabajo de encaje de bolillos, cuidado con mimo. La ilustración, la explicación que al finalizar la novela incluyen los editores contando por qué apostaron por esta historia... todo cuadra en un mosaico dónde nada es casualidad y hasta el más pequeño de los detalles cumple su función.
Fundamentalmente la historia es narrada por Guille, un niño enamorado de la magia de Mary Poppins, especialmente sensible, que acaba de cambiar de colegio y de modo de vida porque su madre, azafata de vuelo, se ha ido a trabajar a otro país y su padre no es capaz de superar la ausencia... Guille es absolutamente magnífico, trasciende las páginas y se convierte en un personaje próximo, tierno, seductor.
Guille guarda un secreto.
Guille conecta con una profesora y una psicóloga que le acompañan en ese trayecto hacia la madurez que él hace tiempo que emprendió solo.
Guille, como todos los niños, no quiere dejar de serlo, y sabe de palabras mágicas, y aunque tiene una sola amiga es afortunado porque la tiene, y por mucho que se empeñe su padre a Guille no le gustan los deportes, sino cantar y bailar, y disfrazarse.
A Guille su madre le enseñó las cosas desde otra ventana al exterior, fue capaz de ver en él, desde el principio, todo lo que podía proyectar. Por eso la echa tanto de menos, y por eso, sus dibujos, que aparecen en el libro fielmente reproducidos, son el mapa del tesoro.
El festival de Navidad supone el punto de inflexión, a partir de ahí todo será diferente.
Las historias contadas desde una voz infantil suelen rozar la ñoñería y no resultar convincentes. Nada que ver en este caso, yo no soy de fácil abducción y esta novela me ha secuestrado de principio a fin, no se puede leer de otra manera que dejándote conducir por la sensibilidad con que está narrada.
No conocía la obra de Alejandro Palomas, es de esos nombres que últimamente se repiten, sabía que había ganado algún certamen de relatos, que es filólogo y traductor y que, por la pinta que tiene lo que cuenta y cómo lo cuenta, está en un punto en el que es capaz, exactamente, de escribir lo que pretende. Un lujo.
Tengo pendiente pues: "El tiempo que nos une", "Una madre" (al parecer nada tiene que ver con "Un hijo") o "Tanta vida" entre otros... y me pondré a ello con la curiosidad de quien pretende cerciorarse de lo que evidencia esta última novela: Descubrir un universo particular y propio.
"Un hijo" es el cofre de los misterios del universo humano. Puro amor y pura vida.
Absoluta entrega.
Qué alegría haber conocido a Guille.
"CUANDO YO ERA ANTONIO MOLINA"

La novela de Glora Martín (Manresa, 1950) tiene todos los ingredientes necesarios para dar en la diana. La diana de las historias que sabemos nos van a conquistar irremediablemente: La Barcelona de posguerra, desamor, pobreza, mujeres, teatro de variedades, personajes pintorescos que viven en la misma casa, que forman una familia, cartas secuestradas, secretos, la memoria de una niña pelirroja que barrunta las desgracias y que encuentra en la lectura una ventana abierta al mundo...
Lo que decía, todo lo necesario (título, encuadernación e ilustración de portada incluídas) para sacar un veinte sobre diez.
Pero no llega. Está bien escrita y bien descrita, con ese deber concienzudo de contar exactamente lo que quiere contarnos, en el ambiente adecuado y hasta con la música de fondo. Ningún detalle es al azar ni pasa desapercibido. Pero no llega a cuajar, demasiados tópicos quizás, demasiados frentes abiertos para no terminar de rematar ninguno. Se lee fácil y se salva al final, las últimas treinta páginas la convierten por fin en una historia más interesante que manida, de alguna manera le dan la vuelta y la fortalecen, porque todo lo anterior es (según mi percepción lectora) un batir de alas que no llega a emprender el vuelo.
La autora es maestra, profesora de piano, licenciada en Filología Hispánica, imparte talleres literarios, graba discos, acaba de estrenar una obra de teatro y va por su tercera novela... no se queda quieta, desde luego, no debería, se intuye que le apasionan muchas cosas, de las que se empapa, con las que luego refleja su universo literario, pero (y a fuerza de resultar repetitiva e impertinente con los "peros") necesita poso, calma, fuerza en la propuesta, no basta sólo con que resulte atractiva y de brillantes colores... debe convencer, emocionar y resultar particular. Porque historias de la España de Antonio Molina y las troupes que recalaban en las fiestas de los pueblos hay miles, y esta no debería ser una más, pues tiene cimientos para dejar de ser una apuesta.
"Cuando yo era Antonio Molina" es una lectura veraniega, de tránsito, con una conquistadora puesta en escena. Posiblemente yo le pida demasiado porque, como decía al principio, los ingrendientes la convertían, de entrada, en "una de las mías".
Otra vez será.
SOUVENIRS

Es esta la primera novela de Patrick Buckley, guionista de "Cuéntame cómo pasó", una historia fundamentada en los años 60 y el boom del turismo en España.
La costa catalana habitada por personajes bien descritos y fácilmente reconocibles en cualquier otro lugar y en nuestro entorno habitual, es el marco principal de esta historia que bien podría titularse "El turismo es una gran invento (o no)". Un joven inglés llega al pueblecito pesquero en el que recaló su padre treinta años atrás y dónde escribió un libro costumbrista, una especie de cuaderno de campo, tras vivir una temporada inmerso en la cotidianidad de La Dorada y sus gentes. Se siente atrapado por el ritmo de vida, la forma de expresarse, el medio natural... en un momento histórico en el que la entrada de divisa extranjera se anhelaba como imperativo de progreso.
Cómo decía los personajes conquistan, la ambientación sesentera también, el toque nostálgico y humorístico a un tiempo hacen de "Souvenirs" una novela accesible, amena y entrañable. Supone un ejercicio de memoria importante, recordar lo que fuimos, lo que bailábamos, nuestra manera de relacionarnos... y sobre todo poner en la balanza cuanto se ganó y se perdió a cambio de la reconstrucción turísitica de todos nuestros pueblos costeros.
El párroco del pueblo, el secretario del ayuntamiento, el alcalde, la posada, el abuelo pescador, los güateques, la religión, las faldas cortas y las piernas largas, el quiero y no puedo, la rivalidad con el pueblo de al lado, lo que pudo haber sido y no fue, cartas, fotografías, el tiempo que pasa para todos y que vuelve a encontrarlos años después, cuando ya apenas queda nada de La Dorada que fue... ingredientes bien aderezados, ordenados y tratados con cuidado para hacer de "Souvenirs" una novela sencilla, pero no simple, una historia bien narrada que merece la pena conocer.
"El turismo aún no había llegado a La Dorada, pero su proximidad estaba generando los primeros temblores del terremoto social que se avecinaba. Ya habían estallado los primeros conflictos generacionales. Los abuelos pretendían que todo siguiera igual. Los padres querían solo los cambios estrictamente necesarios para llenar los bolsillos sin alterar sus costumbres. Los nietos querían juergas estivales y las novias invernales. Las novias invernales empezaban a rebelarse. Aún no desafiaban abiertamente el poder matriarcal, pero no estaban dispuestar a seguir esperando tras las rejas mucho tiempo más."
Leyendo esta novela te descubres sonriendo.